Obviando un poco en que ha recaído la saga, con una clara trayectoria de mas a menos, el octavo pasajero es una de las indiscutibles joyas del cine fantástico gracias a un diseño de los escenarios capaz de asfixiarnos y oprimirnos hasta el extremo, esos pasillos metálicos y mecanizados de la fría nave “Nostromo” sumado a los densos vapores que manan en cada esquina nos convierten en claustrofóbicos empedernidos durante casi dos horas, y por supuesto el gran logro del diseño del los alíen, uno de los mas memorables en la historia del cine, a pesar de apenas aparecer, están presentes en todo momento, no nos los podemos quitar de la cabeza, un terrorífico ser del que no se sabe nada y del que no se puedes escapar, una autentica maquina de matar.

Ridley jamás podrá superar el terrorífico clímax ni la opresiva experiencia que supone alíen. Todo es perfecto, la historia, la ambientación, la dirección, la interpretación, la música. Ni una sola pega.
Es difícil calcular el gran valor e influencia de esta película al cine moderno de terror y ciencia-ficción pero como en todo, el tiempo pone a cada cosa en su lugar y a día de hoy pocos se atreven a poner en tela de juicio el valor de esta obra única.