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He visto… Fitzcarraldo… Y lo cierto es que no sé si es la primera vez o la había visto antes.

Mi duda viene de que me sonaba haberla podido ver en una sesión doble de un programa de cine de la televisión. Desde luego de la de Aguirre O La Cólera De Dios, tengo poco recuerdo, pero tengo claro que la vi… y que me turró un tanto. Pero fue curiosa.

En este caso, con Fitzcarraldo, tengo la sensación de reconocer algunos planos. Pero es que eso puede ser por haber visto algún programa de cine o algún documental donde sacasen alguna escena de la película.

El caso es que la película me ha dejado un tanto no sabiendo si me ha gustado o no, o si merece la pena o no verla. Pero la doy por vista, aunque sea pendiente de digerir, y no me ha parecido mal verla.

También es cierto que no me he informado sobre ella. Así que no sé si es la típica película que sabiendo cuatro cosas se convierte en un producto de mucho mayor valor añadido. Pero mi virginidad, en este caso, me habilita para permitirme la audacia de hacer un análisis de la película, desde mi condición de cinéfago poco instruido y desde mi ignorancia.

La película es larga. Fácilmente se le podría quitar una hora o más para contar lo mismo. Porque el guión, realmente, si no hay algo que se me haya escapado por ahí, es simple de narices. No exento de su pequeña condición de thriller, porque realmente no se sabe por qué pasan ciertas cosas, ni a donde se quiere llegar. Pero en dos escenas diferentes, queda todo explicado con sencillez.

Parece que se ríe de la vida. De hecho, los protagonistas tienen la suya pendiente de un hilo durante una gran parte de la película. Hilo que queda fuera de su alcance y posible custodia. Eso, de por sí, ya es alucinante. Pero hay más… Destaca lo absurdo de la misma, mostrándonos cómo se junta una fantasía de un ser histriónico y prendado de sí mismo que no duda en gastar los recursos ajenos de quienes le quieren o confían en él, en proyectos nada controlados, aunque llenos de ambición. Casi tanto como exentos de cálculos realistas. Y eso se junta con una fantasía de una tribu de jíbaros que quieren aplacar los espíritus de un río salvaje, haciendo que se tengan que tragar un barco lo suficientemente grande como para poder con ellos.

Vamos, que un cántico a la lógica, cálculo y capacidad de realizar proyectos infalibles digamos que no es.

Pero tiene su punto realista: Cada uno va a su pedo, aprovechándose de lo ajeno cuando le conviene, aun sin comprender el conjunto. El histrión se aprovecha de los indígenas, sin saber por qué le ayudan y sin plantearse compensación, y los indígenas utilizan descaradamente al histrión, utilizando su barco para asuntos propios, sin que les importen las consecuencias.

Muy humano, la verdad. Y no sabéis el rechazo que me produce (carita partiéndose de risa)

Por otra parte, la película transcurre lentamente, recreándose en las imágenes, como si cada una de ellas fuese una obra de arte digna de contemplar detenidamente. De hecho, si esas imágenes te producen placer, puedes pasártelo muy bien, porque tienes dos horas y media para disfrutarlas.

No sé si será por esto que tiene la valoración que tiene en FilmAffinity. Eso o, vuelvo a repetir, hay algo que se me escapa.

No le puedo dar un 7, porque no la veo como buena. Ni siquiera tengo claro qué criterios puedo utilizar para intentar valorarla como tal. Pero sí me parece un producto curioso, y si te gusta la ópera, Klaus, los jíbaros con ropa, y ver derrochar recursos, esfuerzos y vidas en algo completamente absurdo para nosotros, pero importante para unos y divino para otros, puedes aprovechar la película.

En mi caso, se va a llevar un 6. Y no sé si es por mis limitaciones, las de la película, o el conjunto de ambas.