El día que entré al cine con mi amigo Marcos llevaba una temporada desenganchado de revistas, programas televisivos, radiofónicos y círculos de cuchicheo sobre cine. Así pues, aburridos y con 3 horas por delante para liarla un sábado más, fuímos al cine sin tener ni idea de cómo estaba la cartelera.

Sala 6, El sexto sentido.

Ni idea chico, pero trabaja el Bruce Willis este y tal... me decía mi colega. Una vez dentro me picó la curiosidad, el patio de butacas estaba a reventar y casi teníamos que mirar para atrás para ver la peli, fila 4 qué suplicio. Numerada, desde E.T. no me había vuelto a pasar. A falta de unos 10 minutos le dije a Marcos, venga tronco, no aguanto más, vámonos. Pero no logré convencerlo. Entre la torura de postura, la lentitud de la narración, la sosería general, que era sábado y me picaba el niki, aquello se me estaba haciendo algo así como a Papillón la condena.


resto en spoiler.