Aunque no se prodiga mucho, Sheridan es siempre un director que me da cierta garantía en sus trabajos, incluso en los menos logrados. Y teniendo en cuenta que el último film suyo que vi fue la magistral The Boxer, me generé a mi mismo unas expectativas con Brothers que luego no se vieron satisfechas, al menos plenamente. Brother mantiene alrededor de 2/3 de su metraje a un nivel maravilloso. Es el Sheridan que sabe retratar personajes y hacerlos cercanos al espectador, captando la atención con los pequeños detalles, sin necesidad de forzar situaciones en el guión y creando de forma sutil emoción. Todo se va construyendo con elegancia y clase, acompañado por las excelentes interpretaciones de Gyllenhaal y Portman y en menor grado McGuire, dejando preparado el drama para su resolución. Pero justo en ese punto el drama se estanca, pierde credibilidad y empiezan las concesiones fáciles en el guión, resultando muy apresurado su desenlace y dejando un sabor agridulce después de lo que nos había mostrado antes. No es que sea mal final, pero un trabajo con la calidad que nos ha dado durante casi todo el metraje merecía un final más redondo. Tal vez el problema es ese, que hemos saboreado la gran obra durante la mayor parte del film y al final ‘solo’ se queda en buena. Aún así ya me gustaría que todos los estrenos que veo tuvieran la calidad del film de Sheridan. Pudo ser mucho más, pero aún así merece la pena ver este sensible retrato sobre las relaciones familiares y los traumas post-bélicos.