Transformers fue uno de los referentes de mi infancia.

Si en la piscina hacíamos Kame Hame Has, y en los partidillos del recreo imitábamos a Oliver y Benji (benditas traducciones), yo, en mi casa, al volver del colegio, volcaba mi cubo de Lego en el suelo y comenzaba la laboriosa tarea de recrear a aquellos robots que veía en la serie de animación.
No os engañaré, aquellas recreaciones no figurarían nunca en una vitrina, y la movilidad -inexistente- de los robots convertía a los Playmobils en auténticos hombres elásticos. Pero había pasión en esas recreaciones. Si no podía disponer de tal Autobot porque mis padres ya me habían comprado otro ejemplar, ni corto ni perezoso, pues iba y me lo hacía yo mismo. O mejor todavía: me los inventaba. ¡Eso era lo mejor! Crear un seudo-Optimus Prime y fusionarlo con cualquier creación bizarra que saliera de mi mente.

Batallas entre robotejos, reales o imitados, que recuerdo con una bobalicona sonrisa en los labios.

El tiempo, inexorable en su avance, hace mella en los recuerdos y los difumina. Altera su composición, traiciona a la memoria. Recuperar, hoy, referentes del pasado, es una peliaguda decisión si tenemos en cuenta que nuestros ojos ya no miran igual. Que la percepción de aquello que veo, oigo y siento, es distinta a como era entonces. Que lo que antes eran horas, hoy son minutos. O segundos.
Como seres dependientes de la memoria, nos debatimos internamente entre el anclaje pasado y el presente (futuro), entre lo que era y lo que soy.

Acercarse a una obra conocida es proyectar una estampa, forjada en un momento concreto de forma concreta. Acercarse de nuevo es, en síntesis, rasgar dicha estampa hasta el punto, en el peor de los casos, de desdibujarla por completo.
Recomendable es, por lo tanto, mantener cierta cautela en nuestro revisionismo personal.

Despoblados de falsas e ingenuas esperanzas, otro ejercicio válido y recomendable es aproximarnos a esa obra con un juicio valorativo actual, fruto de la experiencia y la trayectoria, conscientes del contexto y de la adecuación al mismo.
Comprender aquello que es la obra. Percibir lo que, tiempo atrás, pasó inadvertido. Darle valor. Su valor.
Dibujar una nueva estampa, con la voluntad de satisfacer el deseo del niño y el del adulto que escarba queriendo dar con valores que realcen el conjunto de la obra.

Y, entonces, ¿qué es Transformers?

(continúa en "spoiler")