El tándem Iñarritu - Arriaga cierra la trilogía del dolor con, en mi modesta opinión, su mejor parte. En un mundo donde existen los mayores canales de comunicación de la historia y donde la palabra globalización está en boga de todos, Babel se presenta como cine en mayúsculas, de larga duración, para recordarnos entre otras cosas que el problema reside en la incapacidad de escucharnos los unos a los otros. En un mundo donde los países cada vez están más conectados, las personas estamos cada vez más alejadas.

De la misma forma, Babel también habla de las desigualdades sociales que existen y que cada vez predominan con más fuerza y de una forma nada sutil, de la teoría del caos, porque en cada acto nuestro se desencadena una serie de sucesos, muchas veces incontrolables, y lo más importante, desconocidos. Todos escribimos el futuro de este mundo... y su presente.

Y habla de la tragedia de cuatro personas corrientes, que se ven envueltas en un dolor extraño, pero al mismo tiempo tan cercano para quienes lo vemos y les acompañamos en su viaje.

El guión es sútil, desgarrador, complejo, y elocuente en cada idea que quiere transmitir. Otra genialidad de Guillermo Arriaga, sin duda unos de los mejores guionistas que existen el panorama cinematográfico actual.

Los actores sublimes, todos, sin excepción. Desde la celebridad de un Brad Pitt más humano que nunca, hasta la actriz revelación del año, Rinko Kikuchi; pasando por la increíble actuación de una Adriana Barreza merecedora del oscar a la mejor actriz de reparto.

La fotografía es magistral, una pieza de arte en cada fotograma. Transcribir la fuerza y la vida de una ciudad es de por sí una tarea compleja, pero hacerlo de cuatro ciudades es, sin duda, un trabajo descomunal, merecedor del mayor de los aplausos.

El tono y la forma nunca se comen al fondo, pero nunca dejan que la película viva sin más aliento que el mensaje. Es el equilibrio perfecto el que hace que películas como esta sean tan disfrutables en cualquiera de los sentidos. Una obra compleja, separada del circuito comercial, donde los personajes arquetipo están predefinidos, así como la sucesión de escenas que han de ocurrir, para que finalmente el bueno consiga su objetivo. En películas como Babel no encontrarás buenos y malos, porque aunque la gente desee que aparezca el villano para descargar su ira contra él, como dice el propio Iñarritu: "La tragedia nace del choque de dos virtudes, lo otro es puro melodrama".