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Voto de Argay:
7
6,6
55.054
Drama
El planeta ha sido arrasado por un misterioso cataclismo y, en medio de la desolación, un padre y su hijo se dirigen hacia la costa en busca de un lugar seguro donde asentarse. Durante el viaje se cruzarán con otros supervivientes: unos se han vuelto locos, otros se han convertido en caníbales. Adaptación de una novela de Cormac McCarthy, autor de "No es país para viejos". (FILMAFFINITY)
7 de febrero de 2010
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el desenlace de "No es País para Viejos", Cormac McCarthy ya lo anunciaba en boca del protagonista. Todo se está yendo a la mierda. El mundo está cada vez peor.
Era un anuncio, un presagio en forma de final.
En su siguiente novela, McCarthy en una coherencia casi suicida, toma prestado de si mismo, ese desenlace, esa idea turbadora con la que firmó el último capítulo de "No es País para Viejos", y lo transforma en presente. No onírico, ni fantástico, sino terrenal, orgánico, y sobre todo tremendamente físico.
Ya no es un anuncio, ni una ensoñación. Es el presente. El mundo se ha ido a la mierda. Y McCarthy ni siquiera pierde el tiempo explicando los porqués, ni intenta vender posibles causas, ni delibera sobre hipótesis de porque pudo pasar. Ha pasado, eso es lo que importa. Y ahí están un padre y un hijo en mitad de nada. Camino a ninguna parte. Dirigiéndose siempre al sur. Siempre.
Y ya está. Ese es el mundo que hay. Y esos son las posibilidades que concede a quienes caminan sobre él.
John Hillcoat hace un esfuerzo muy notable por dotar de credibilidad el mundo de McCarthy, de manera física, orgánica, visual. Mientras Viggo Mortensen hace un espléndido trabajo, en una película que debe cargar a cuestas durante casi todo el metraje. Aunque cuando alguien le acompaña en la escena siempre lo hace de manera notable como Charlize Theron o Robert Duvall. Mencionar tambien la fotografía de Aguirresarobe, llena de fuerza y credibilidad, acompañada de una muy certera ambientación.
Era un anuncio, un presagio en forma de final.
En su siguiente novela, McCarthy en una coherencia casi suicida, toma prestado de si mismo, ese desenlace, esa idea turbadora con la que firmó el último capítulo de "No es País para Viejos", y lo transforma en presente. No onírico, ni fantástico, sino terrenal, orgánico, y sobre todo tremendamente físico.
Ya no es un anuncio, ni una ensoñación. Es el presente. El mundo se ha ido a la mierda. Y McCarthy ni siquiera pierde el tiempo explicando los porqués, ni intenta vender posibles causas, ni delibera sobre hipótesis de porque pudo pasar. Ha pasado, eso es lo que importa. Y ahí están un padre y un hijo en mitad de nada. Camino a ninguna parte. Dirigiéndose siempre al sur. Siempre.
Y ya está. Ese es el mundo que hay. Y esos son las posibilidades que concede a quienes caminan sobre él.
John Hillcoat hace un esfuerzo muy notable por dotar de credibilidad el mundo de McCarthy, de manera física, orgánica, visual. Mientras Viggo Mortensen hace un espléndido trabajo, en una película que debe cargar a cuestas durante casi todo el metraje. Aunque cuando alguien le acompaña en la escena siempre lo hace de manera notable como Charlize Theron o Robert Duvall. Mencionar tambien la fotografía de Aguirresarobe, llena de fuerza y credibilidad, acompañada de una muy certera ambientación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
McCarthy no engaña a nadie durante la novela, y Hillcoat tampoco. Ese es el problema (si es que lo hubiera). El espectador acostumbrado a trucos sacados de la manga, a giros inesperados de guión, a finales sorpresa, verá como avanza la película sin que ninguna de esas cosas ocurra, como una rueda que gira lentamente pero inexorable hacia un final, que ya se había anunciado desde el principio. Un camino sin retorno. Un viaje en medio de nada. Siempre al sur. Y McCarthy no miente, ¿qué hay en mitad de nada? Nada. Esa es la prinicipal virtud (y defecto) de una gran película.