Imponente trabajo de Almodóvar, siempre fiel a su estilo y a su arriesgada manera de entender el cine, en este caso (no en todos, la verdad) sale tremendamente victorioso.
La historia es complicada, algo surrealista y tremendamente difícil de plasmar en la pantalla, pero Almodóvar cuenta con un comodín al que nadie esperaba: un Javier Cámara esplendoroso, que sabe llevar muy bien su personaje y compone una interpretación increíble. Darío Grandinetti también responde muy bien en pantalla. El contrapunto a este buen nivel cultural lo pone Rosario Flores, que no pega ni con cola en un papel de torera.
El final es bastante sorprendente e incluso el maestro manchego deja lugar a la confusión, jugando con el espectador y dejando abiertas muchas puertas.
Una gran película, se la aconsejo a todos los amantes del buen cine español.


Mi nota: 7.4