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España España · PONTEVEDRA
Voto de Skorpio:
5
Drama Antes de Elvis, Elton John y Madonna, existió Liberace: pianista virtuoso, artista exuberante, habituado a la escena y a los platós de televisión. Liberace apreciaba la desmesura y cultivaba el exceso, dentro y fuera del escenario. Un día de verano de 1977, el joven y guapo Scott Thorson entra en su camerino y, a pesar de la diferencia de edad y del medio social, los dos hombres empiezan una relación secreta que duraría varios años.
29 de julio de 2013
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
La que sea probablemente la última película de un cineasta de la relevancia de Steven Soderbergh antes de su tan anunciado retiro del cine (en principio temporal, aunque nunca se sabe con esta gente) invitaba a encontrar lo que podría ser una cristalización, en un marco más definido, específico y explícito, de la obsesión por la belleza y la eterna juventud por parte de una artista decadente, esa que tan bien nos ilustró Visconti en 'Muerte en Venecia'. El carácter capaz y atrevido del director, con experiencia en el terreno de lo erótico y de la falsedad de las apariencias, invitaba al optimismo desde los primeros compases de este telefilm de lujo.

En cambio, en cuanto se llega al final del metraje, las sensaciones son bien diferentes, dándonos cuenta de que poco más nos ofrece que una visión un tanto aséptica y sin demasiado atractivo de una relación basada en hechos reales, que ni tan solo destaca como biopic de un personaje llamativo y a la vez misterioso, como era el virtuoso Liberace. Soderbergh realiza un buen trabajo, pero tampoco puede sacar oro de un guión sin mucho más aliciente que el de cualquier telefilm de alta factura con historias mínimamente llamativas y actores de primera línea. En otras palabras, no vemos nada que no hayamos visto ya en cualquier otro relato de relaciones secretas, prohibidas, obsesivas y/o destructivas. Ni siquiera va más allá en el tormento puramente artístico del pianista o sus fantasmas y fobias personales o su relevancia cultural e icónica, y pasa muy de puntillas por la polémica dimensión pública de su homosexualidad o de su muerte a causa del SIDA.

Por otra parte, 'Behind the candelabra' sí cumple claramente su cometido en cuanto que vehículo de lucimiento de sus actores, con desigual resultado. Michael Douglas ofrece, con notable éxito, su cambio de registro más notorio en mucho tiempo, en el ocaso de su carrera, y lo que es aún más meritorio: importando al personaje, como harían los “metodistas” más radicales, la reciente superación de su enfermedad, retratando así la progresiva decadencia de un esperpento inflado a cirugía estética en esa batalla, siempre perdida de antemano, contra el inefable paso del tiempo. Quizás él mismo, y nada más que él, sea lo que más transcienda de la película, por no decir lo único, al ver a un guaperas de traje y corbata de toda la vida, delicia de nuestras madres y abuelas, encarnar con tanta naturalidad, sin caer en un exceso que se antojaría cercano, dada la naturaleza del personaje, a un sujeto tan en las antípodas del actor-personaje de Douglas como es Liberace.

Por el contrario, Matt Damon, mucho mejor en su variante discreta que en la explícita, sostiene bien su “rejuvenicimiento” y lo hace creíble, pero cae de lleno en una sobreactuación más que evidente cuando llegan los momentos de la verdad, mantenidos por un excelso Douglas o bien por un solvente Soderbergh en el tratamiento visual. Damon sí se sitúa al mismo nivel (y hasta podríamos decir ritmo) de un guión muy repentino y predecible, cuya fluidez se sustenta en un puñado de secuencias concretas en las que Soderbergh demuestra su gran oficio. Me quedo con una de estas, en la que, por encima de la grandilocuencia y fastuosidad que caracteriza a otros puntos fuertes de la película, se sintetiza perfectamente la esencia y el sentir de este relato, de su contexto y de su protagonista: Liberace defendiendo con todas las de la ley en su camerino, en segundo plano visual, la frivolidad y el hedonismo más despreocupado del mundo que deben abrazar, en su tendenciosa opinión, las influyentes estrellas del show business.
Skorpio
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