Así es como se ha tomado Jonathan Levine esta historia que le ha caído en las manos. Y para su periplo no ha podido escoger mejor protagonista: Joseph Gordon-Levitt, al que hemos visto suspendido en el aire o tentando a los desasosiegos del desamor. En 50/50 sale a la luz una faceta diferente, una más humana, más cercana. Se deshace de su pelo como símbolo de buena actitud... y así la mantiene todo el rato. Compartes con él alegrías y penas, e incluso llegas a ponerte en su situación y empatizas con su entorno, con su madre, con su novia, con su mejor amigo. Experimentas cambios de humor hacia la vida en general, y en situaciones más particulares. Y hablando de madre, una excelente Anjelica Huston. Es imposible no emocionarse cuando entra esta mujer en escena. Hace un trabajo brillante, y cuando se junto en pantalla con su hijo en la ficción, la misma se queda pequeña para poder abarcar los momentos que retratan que están viviendo.
Poco se puede decir de la historia, salvo lo que ya supone un tópico típico: la superación, pero con buena filosofía. Emociona.