A este especimen de la saga jurásica le falta lo más importante: Steven Spielberg. El gran director (que aquí sólo pone su dinero como productor ejecutivo) tiene una particular habilidad para dotar a sus personajes (en especial a los niños y adolescentes) de empatía y, por ende, de credibilidad con los que el espectador se identifica de inmediato y, tal vez lo más imporante, cuenta con un sentido del espectáculo y del entretenimiento como muy pocos realizadores en los años actuales. Me refiero a la credibilidad en cuanto a los personajes, de manera que seguramente Spìelberg no hubiera retratado a los dos jovencitos como unos verdaderos onanistas caprichosos (o a la tía que se pasa toda la película corriendo por la selva con zapatos de... ¡tacos aguja!), porque en lo que hace a la ciencia ficción acordemos que la verosimilitud siempre será relativa aunque, agrego, siempre un buen guión lo es por hacer más o menos potable lo increíble.

Lo que se extraña aquí es el entretenimiento de matinée, la aventura simple pero emotiva, el disfrute de la acción y de los pequeños pasos de comedia entre sus protagonistas.

Los efectos especiales de los bichos están, como siempre, muy bien pero cuando se usan para mostrar multitudes o grandes espacios urbanos construidos en la selva son —siendo generoso en el adjetivo— muy pobres. Los diálogos y las actuaciones en mi modesta opinión apenas califican de mediocres. Si quieres vibrar y disfrutar con acción, aventura e historias más o menos creíbles vuelve a ver Parque Jurásico I y Parque Jurásico II, siempre y cuando, claro está, los DVDs estén disponibles en tu país.