A pesar de que no me gusta introducir en mis críticas la justificación de la calificación que le he adjudicado a una determinada película, a veces creo que merece la pena hacer excepciones. Éste es uno de esos casos, en tanto a que su calificación no se basa exclusivamente en méritos artísticos. Por otra parte, es precisamente por esa razón que resulta realmente difícil calificar adecuadamente esta obra. Por una parte, su valor histórico es para ponerle un 10 y por otra su valor artístico es para cascarle un 1 o un 2. Al final, le he puesto un 7 por varias razones.

- Imposible ponerle menos de un 6 (interesante) porque a ver quién es el listo que me dice que no tiene interés ver la primera película de la historia.

- Una estrellita más, porque aunque no ofrezca casi nada, tiene cierta estructura, al menos en una de sus tres versiones, hay un principio (las puertas se abren), un desarrollo (asistimos a todo un desfile de personajes entre los que hay hombres, mujeres e incluso animales) y un final (las puertas comienzan a cerrarse). Además tiene cierto valor como documento costumbrista, está bien encuadrado, continuamente hay movimiento (aparece un perro, sale un carruaje,...) y aparecen cientos de extras ¡Toma ya!

Podrán ustedes pensar que la argumentación de mi séptima estrellita es una tontería, pero piensen que podría haber sido peor, los Lumière podrían haber presentado infinitas grabaciones mucho menos interesantes (por ejemplo, el muro que se veía a través de la ventana de su habitación, o los dos hermanos sonriendo ante la cámara). Por supuesto, también podrían haber mostrado algo mejor, pero entonces mi puntuación habrá sido superior.