El hecho de disfrutar como un niño con una película de dragones es algo que aún tengo pendiente. Aunque esta se acercó mas que cualquier otra, tampoco lo acabé de lograr. El director Rob Bowman nos muestra solo un esbozo de lo que podría haber sido.

Las escenas de dragones gustan, no es un deleite, pero disfrutas. Lo demás son adornos, necesarios, pero mal llevados, que no acaban de funcionar. Un señor conservador, otro radical y una chica. Junto con otros supervivientes se centran en sobrevivir en un mundo arrasado por el fuego de los dragones (quizá hubiera estado mejor mostrar el durante, además del después de la destrucción). Y ahí acaba el argumento. Un duelo entre precavido y temerario constante, hasta dejar las diferencias a un lado y llegar al acuerdo y la chica de por medio intentando introducir ese forzado punto de amor y ternura en la historia... intentando.

En el momento de plantearse una película así deberían tomárselo más enserio. Aún no ser un bodrio monumental, no acaba de satisfacer a aquél que desea ver esta clase de películas. Más minutos enfocados desde otro punto de vista más brutal, más oscuro, más centrados en la lucha, la caída de los humanos y el cambio de poder, y el resultado hubiera sido uno con el que el público estaría satisfecho y yo podría haber tachado esa tarea de mi lista.