Roman Polanski, al igual que muchos otros directores de brillante inteligencia, suele dotar a sus obras de unas profundas reflexiones sobre el ser humano. En los tiempos que corren, con una crisis absoluta en nuestra sociedad (en efecto, no es sólo económica) que ha dejado revuelta la ciudadanía de los países desarrollados, la mayoría de productos que se nos presentan en el ámbito artístico suelen ser de pura evasión, tímidos, haciéndonos creer en un mundo más fácil, cómodo, prometedor... ¿y si no cómo me explicáis que en las recientes elecciones generales de España haya ganado la derecha? El individuo está atontado y la masa es estúpida. ¿Por qué?

Perdonen, sé que esta quizá absurda parrafada les ha aburrido o resultado patética, pero he ahí la cuestión: a los modernos, a los intelectuales, a los que vemos el mundo con un imperante sentido de la ética, la moralidad, la justicia y una interminable serie de costumbres, códigos sociales y, por lo general, influencias de nuestro entorno que nos empujan a satisfacer nuestro ego desarrollando discursos presuntuosos debatiendo sobre el ser humano, como estoy haciendo ahora mismo, somos irremediablemente productos de una moda psicótica. ¿Existe, pues, alguna posibilidad de escapar de ello y dejar aflorar nuestro dios salvaje?

Muchos afirman que pronuncio excesivamente la siguiente palabra: pureza. Todos conocemos su significado material y metafórico aplicado a lo abstracto, sin embargo: ¿qué hay de puro en nosotros? En nuestro día a día, desde que nos levantamos cumplimos meticulosamente una serie de conductas que hemos aprendido desde nuestra niñez. El hombre moderno las considera sanas, equilibradas, acordes con nuestro instinto, aptas para un funcionamiento correcto de la sociedad. Vivir de día, respetar a tu familia, tener un trabajo, cuidar tu metabolismo, ser amable con tus círculos sociales... No obstante, es una ilusión. A nuestra especie le es costoso desprenderse de la necesidad de clasificación de comportamientos, pautas y, en general, el control de nuestras vidas con tal de que éstas sean una translación del concepto abstracto de lo correcto y...

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