Vayamos por partes. Ambientación magnífica, vestuario casi perfecto (que en estos casos no son temas menores). Guión: adolece de la última moda de Lucrecia=víctima (es lo políticamente correcto) y de un par de giros de niña pija, por otra parte Rodrigo Borgia ¡¡¡llora!!!, inconcebible. Los secundarios espléndidos, Luis Homar, magnífico, la pobre actriz que le toca el papel de Lucrecia que va a hacer con semejante pánfila, Eusebio Poncela en las pocas intervenciones que tiene hace subir el nivel cargando las situaciones de matices, Angela Molina mucha actriz para tan poco papel, una pena; Paz Vega es Paz Vega y es demasiado bella y perturbadora incluso para el papel de Catalina Sforza, ya de por sí bella y perturbadora.
Ahora bien: César Borgia. No censuro la interpretación del actor es que, simplemente, no es el adecuado para ese personaje por limitaciones físicas. En ningún momento es creíble. Ni de lejos es el Príncipe maquiavélico y siniestro sino simplemente psicópata. Demasiado cachas, demasiado gimnasio, demasiado sensual y, además, el personaje -protagonistas casi absoluto- no acaba de dibujarse en el guión. Un error de reparto serio que hace que el resultado final se resienta en demasia.
Se echa de menos acción y morbo, orgías y desenfrenos a los que tan dados eran los personajes del renacimiento y que tanta tinta han hecho correr. Se hace larga y quizás hubiera convenido al guión un recurso para ir explicando al espectador -que no suele conocer la situación política de la época- la situación concreta del panorama político.
Una pena pues ni con todos esos fallos de bulto se puede considerar una mala película. Podía haber sido una gran película.