Cada vez se vuelve más claro el camino que está tomando el cine en la actualidad. La gran pantalla y las salas de cine están convirtiéndose en terreno de grandes superproducciones de espectacular aspecto externo y escasa belleza interior. Las pequeñas películas que basan sus puntos fuertes en guiones de calidad y trabajos de actores loables, son pequeños bastiones que sobreviven de vez en cuando bajo el fuego de artificio de los grandes blockbusters. La televisión, ofrece a esos defensores de la calidad del lenguaje cinematográfico un reducto para explayar sus recursos en las innumerables series que inundan de calidad la pequeña pantalla.

Y en medio de esta guerra entre los gigantes hormonados que poco tienen que ofrecer, y los pequeños destellos de genialidad que de vez en cuando llegan al patio de butacas para disfrute de las masas cinéfilas, existen rebeldes que buscan conjugar esas dos caras del cine actual en sus producciones. Su misión, no es otra que ofrecer un espectáculo visual que maraville a las masas ávidas de luces y sonido, a la vez que tienden una mano a todos aquellos que buscan ir un paso más allá en su experiencia cinematográfica. Joss Whedon, Christopher Nolan, el español Bayona, o sí, J. J. Abrams, son nombres que engordan esa lista de valientes.

Y es que el creador de "Perdidos", no ha hecho más que confirmar con esta secuela de su revisión particular del universo "trekkie", la buena senda y las buenas sensaciones que ya dejo en la primera parte. Si aquella se mostraba más preocupada por reinventar unos personajes para adecuarlos a los gustos de una generación nueva, a la vez que tendía un puente para atraer a los fans clásicos de la Flota Estelar, dejando de lado la profundidad del argumento y ofreciendo un espectáculo mayúsculo; ahora "Star Trek: En la oscuridad", viene a pulir los pequeños defectos de su predecesora continuando con las virtudes que la hicieron notable. Con un más que cuidado diseño de producción y unos efectos especiales sobrecogedores, Abrams decide presentar en pantalla una historia que sabe conjugar en 130 minutos la diversión palomitera más desbordante con una historia que llega a presentar cierta profundidad y que no se constituye en un mero vehículo para el lucimiento de los fuegos de artificio. A través del triángulo protagonista, formado por Pine, Quinto y Cumberbatch (genial villano), se desarrolla un drama que permite al espectador empatizar con la historia y sus recovecos disfrutando de la mezcla perfecta entre acción, humor y emoción.

Ahora J. J. Abrams abandona la Flota Estelar en pos de una galaxia muy, muy lejana, a la que espero que consiga dotar de la calidad que ha insuflado a la obra creada por Gene Roddenberry, como fan acérrimo que soy de la saga Jedi; también espero con ganas que el futuro prometedor que ha sembrado el director de "Super 8" para Kirk, Spock y compañía no se vea empañado por la oscuridad de mentes ávidas de acabar con la senda trazada, sepultándola bajo explosiones y escombros.