Hubo una época de mi vida, en la que las hormonas estaban a flor de piel. Sudores fríos recorrían mi espinazo al pasar una minifalda por delante de mis narices. Mis amigos y yo nos juntábamos para hablar de sexo, como si eso nos convirtiera en "adultos". Las chicas, cambiaban su aspecto ante nuestros ojos para deleite de nuestros sentidos. Una época pasada ya hace tiempo y que recuerdo con afecto y nostalgia. De ese período, recuerdo imágenes de una película que parecía retratarnos a mi y a mis amigos, elevando nuestra desesperación sexual a cotas que en aquel momento considerábamos irreverentes, y por consiguiente, tremendamente atractivas. Imágenes de tartas de manzana, calcetines, webcams y flautas, son las que acuden a mi mente al evocar esas cintas, que no eran otras que las de la saga de "American Pie".

13 años han pasado desde entonces. Ahora me considero una persona que busca su madurez; que ha descubierto su despertar sexual; y que busca salir adelante en la vida. Sin embargo, esos amigos que poblaban "American Pie" parecen haber olvidado que la vida continúa. Ese es el gran lastre que arrastra la nueva entrega, titulada ahora "American Reunion". Tras 15 minutos gastados en mostrarnos como han cambiado las vidas de aquellos personajes que recordábamos, mi cabeza imaginó una cinta en la que se mezclaría el humor escatológico y salvaje de las tres primeras partes, con las inquietudes propias de aquellos que ven como la juventud se marchita en pos del tiempo. Sin embargo, esa ilusión se desvanece a las primeras de cambio. Todo es como antes, pero ahora fuera de contexto.

Porque seamos sinceros. Sí, todos sabemos a lo que nos atenemos ante una película de estas características. No puedo esperar humor inteligente, diálogos que emulen a Woody Allen, ni ínfulas filosóficas a lo Bergman, en eso estamos de acuerdo. Pero si que creo que puedo pedirle más a la que sin duda fue la culpable del revival que vivió el cine de adolescentes a comienzos del milenio. Porque muchos somos los que acudimos a las salas a experimentar un reencuentro emotivo, y bastantes seremos los que al salir del cine, nos demos cuenta de que nos siguen tomando por adolescentes con un gran revuelo hormonal.

Una lástima que se desaproveche una premisa tan jugosa, pese a ser tremendamente tópica. Jon Hurwitz y Hayden Schlossberg hacen aguas al dejar que su película, navegue sin rumbo entre chistes fálicos y/o vaginales sin remisión ni control. Es más, cuando la película quiere echar el freno, se topa de bruces con un sentimentalismo que tampoco favorece a la cinta.

(Continua en "Spoiler" por falta de espacio)