Comenzaré esta crítica con varios avisos de importancia. "22 Jump Street" es una película no apta para todo tipo de paladares. Cinéfilos de gusto exquisito y amantes del profundo conflicto emocional de los personajes, abstenerse. Ignorantes de la primera parte de las aventuras de Jenko y Schmidt, abstenerse. Adoradores de un sentido del humor inteligente y elegante a partes iguales, abstenerse. Si no perteneces a ninguno de estos grupos, y encima te consideras un amante del mejor cine de evasión, con la diversión como única meta, esta es tu película.

Pero no sólo eso, sino que "22 Jump Street" es mucho más. Philip Lord y Chris Miller han parido la comedia más alocada e irreverente del verano, y una de las mejores gamberradas de lo que va de año (con permiso de otro de los vástagos de estos directores, como fue "La LEGOpelícula" o "Malditos vecinos"). Plenamente conscientes de lo complicado que resulta afrontar la misión de satisfacer al público con una secuela de una película de éxito, esta enérgica pareja deciden reinventar su propia fórmula de una manera que, bien mirada, resulta sobresaliente y sorprendente. Lejos de buscar elementos que aporten novedad a la trama, y huyendo de la incorporación de distintos matices para separar a esta cinta de su predecesora, Lord y Miller, con la ayuda al guión nuevamente de Jonah Hill y Michael Bacall, deciden no andarse por las ramas, y destruyen el universo cinematográfico de las segundas partes con una cinta autoparódica cargada de metalenguaje y bromas internas, que no conoce los límites a la hora de buscar el mejor gag de la forma más radical posible. Conocedores del tópico que durante años ha parecido obligar a las segundas partes a ser más grandes y más estruendosas, convierten ese estigma en un chiste alargado que funciona a la perfección con el público que cayo rendido a los pies de "21 Jump Street".

Todo lo bueno de aquella, permanece latente en esta cinta. Jonah Hill y Channing Tatum vuelven a ser lo mejor de todo el metraje, con esa química descomunal que son capaces de conseguir, en parte gracias a la naturalidad y capacidad de improvisación del hilarante y genial Hill, cuya labor resulta simplemente magnífica. Ellos dos son amos y señores de una historia que evita ahondar en conflictos emocionales más complejos de lo que la propia película necesita, algo que si que sucedía en la primera parte, y que lastraba por momentos el ritmo de la narración. Esta película es una fiesta para el patio de butacas, con algunas de las escenas más alocadas y originales del presente curso cinematográfico. Con un ritmo en constante in crescendo que desemboca en un desenlace completamente desquiciado.

Evidentemente, no se puede pedirle peras a un olmo que no engaña en ningún momento con su oferta. Lord y Miller, Hill y Tatum, juegan a pasárselo bien, y buscan esa complicidad con el público a través de una sobrada empatía. No ofrecen coherencia narrativa, ni tensiones dramáticas. No trazan ningún thriller ni aseguran escenas de acción en la mejor tradición de las "buddy movies" a las que parodian. Y aún con esas, estamos ante una de las mejores muestras de su propio subgénero de los últimos años. Una cinta que se sabe tan imperfecta, y lo explota tan bien, que al final se convierte en el entretenimiento perfecto para quienes busquen en las aceras de Jump Street un rato de convulsiones estomacales y carcajadas.