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Voto de EuTheRocker:
6
Aventuras. Drama Narra la historia de Moisés (Christian Bale), un hombre de extraordinario valor que desafió al faraón Ramsés (Joel Edgerton) y liberó a 600.000 esclavos, que protagonizaron una épica y peligrosa huida a través de Egipto en busca de la Tierra Prometida. (FILMAFFINITY)
12 de diciembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El paso de los años, ha convertido el debut cinematográfico de Ridley Scott, "Los duelistas" (1977), en una especie de premonición para lo que a posteriori sería la carrera de un director que, al igual que los dos protagonistas de aquel título, siempre está en continua lucha entre dos mitades, alimentando de esa manera las ansias y los elogios de sus más acérrimos defensores, a la vez que con cada nuevo título, permite a sus detractores que carguen sus tintas con las más ácidas críticas. Scott es un director en duelo constante entre la grandeza de algunos de sus títulos, y la alarmante decadencia de otros. Su último título, "Exodus: dioses y hombres", funciona como un buen puñado de leña para seguir avivando la batalla alrededor de un director obligado a reafirmarse título tras título.

Retomando el mito de Moisés, y la huida del pueblo judío de Egipto, hecho que, ante la falta de documentación histórica más allá de los relatos religiosos que giran en torno a este personaje, debemos considerar ficticio, Scott nos ofrece un ejercicio de desmesura capaz de deslumbrar en su producción, y de no saciar el apetito de los que pretendan ahondar en el corazón de un título que vive a caballo de dos maneras de entender el cine. Por un lado, resulta imposible no comparar este título, con las grandes superproducciones del Hollywood clásico, con directores como Cecil B. Demille, realizador de la, hasta ahora, más aclamada versión del Éxodo que ha visto el séptimo arte, o William Wyler a la cabeza. La grandeza de los decorados, y el aroma a artesanía que desprende el Egipto de Scott, nos transportan a esos tiempos de cartón piedra y trabajos manuales para construir enormes imperios capaces de asombrar en la gran pantalla. Con el desierto de Almería, o la isla de Fuerteventura, como parajes idóneos para esta labor, el diseño de producción se convierte en el mejor protagonista posible para una cinta que justifica el desembolso de dinero en una puesta en escena grandiosa que merece ser contemplada en el gran lienzo de la sala de cine. Pero no solo el decorado es hermoso. El maquillaje y el vestuario, maravillan por su ostentoso poderío; los efectos visuales, aprovechan los recursos actuales para crear las imágenes más poderosas y evocadoras del poderoso imperio faraónico, y todo ello, nos sumerge en una recreación capaz de asombrar a las generaciones que no han llegado a disfrutar "Los diez mandamientos" como la maravilla de su época que fue, modernizando un género que el propio Scott revitalizó con "Gladiator".

Pero donde aquel título, que le granjeó éxito y premios, jugaba sus bazas a una impresionante puesta en escena, junto con una historia de traiciones y venganzas capaz de convencer al gran público, "Exodus: Dioses y hombres", sucumbre al mayor defecto de su realizador: la falta de mesura en el rodaje, con el correspondiente peligro de perder magia en la sala de montaje. Porque la última obra de Ridley Scott, se sabe corta en un metraje que necesita mucho más para alcanzar a rozar la complejidad de una historia más complicada que lo que nos intenta ofrecer. Reduciendo el conflicto dramático a una simple lucha héroe - villano, en el camino, los matices que hacen a esta historia grandiosa y legendaria, se pierden en la constante persecución de la grandeza visual. De partida, el personaje de Moisés, carece de momentos de auténtico dramatismo que nos permitan ahondar en la psicología del hebreo. Christian Bale, hace lo que puede con un papel que ha sido maltratado en esta versión que ha llegado a nuestras pantallas, intuyéndose que su papel, al igual que otros como el de Aaron Paul o Sigourney Weaver, han sido recortados en exceso para conseguir una cinta que convenciera a realizador y productores. El personaje de Josué, es de esta manera, una triste comparsa desaprovechada, carente de matices, motivaciones, y conflictos internos que se pasea por la pantalla como si de un simple escudero de Moisés se tratara. Este es uno de los muchos casos que, dentro de esta problemática, se ven en la película. Por otra parte, y aunque se adviertan síntomas parecidos a los ya mencionados, el persoaje que más destaca en esta epopeya, es el interpretado por Joel Edgerton, que consigue, con su paso por la pantalla, transmitir por momentos la sensación de angustia de su personaje, enfrentado directamente a conflicto dios-hombre, en su propia persona.

Y al igual que los personajes se desdibujan, la trama se embarrunta, atropeyándose las escenas, con unos saltos temporales y unas elipsis que, lejos de funcionar como recursos narrativos, atropellan la trama, arrojándola a un inevitable fracaso que consigue hacer olvidar las virtudes artísticas de una película que no sabe gestionar todas sus partes por igual.

Es de aplaudir toda la labor de recreación y toda la artesanía desplegada en la cinta de Ridley Scott, algo que, sin duda, puede justificarnos a muchos el visionado de este título, sobre todo, en la gigantesca perspectiva que otorga la pantalla de la sala de cine. Sin embargo, Ridley Scott vuelve a ser víctima de su propia desmesura, con una película que funciona como un iceberg, sin mostrarnos más que una parte de todo su arte... o por lo menos, eso queremos pensar los defensores de este director, mientras esperamos la llegada de un montaje más fiel a la visión de un realizador que jugando a ser dios, muchas veces comete errores muy humanos.
EuTheRocker
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