Siempre he sido un gran seguidor de los cómics de Marvel. Al principio me mostré reticente con que todos sus héroes pasasen de la viñeta a la gran pantalla. Y de hecho, sigo creyendo que ha habido algunos aciertos en el cambio, y algunos fracasos más que estrépitosos. Las dos primeras entregas de Spiderman, me encantaron (más aún con la dirección de Sam Raimi); me emocinó ver X-Men por el cariño que tenía a sus personajes; la primera entrega de Iron Man me divirtió una barbaridad (con un 90% de culpabilidad de Robert Downey Jr.). Otros héroes me parecieron una burda farsa. Véase: Los Cuatro Fantásticos, Daredevil, El íncreíble Hulk (no el de Ang Lee), o las terceras partes de Spiderman y X-Men (de la segunda parte de Iron Man, no hablo).

Cuando me enteré de que iba a salir adelante el proyecto de "The Avengers" me mostré más que ilusionado. Al fin y al cabo, iba a poder disfrutar a todos mis superhéroes de la infancia juntos en la gran pantalla .

Y entonces, apareció Thor. Y pensé que iba a ser una película más. Y supe que la dirigiría Kenneth Branagh. Y recuperé la esperanza en ver una buena película de superhéroes. Y así ha sido.

Siendo una película dirigida por el irlandés, me costaba no pensar en una trama digna de Shakespeare; y no me decepcionó. La historia principal, es un drama digno de Hamlet, que aporta a la película dos factores de agradecer en este tipo de films: un guión con profundidad emocional y una historia que no resulta una mera banalidad para exponer un sinfín de efectos digitales. Es cierto que la historia más terrenal, pierde fuerza en muchos momentos, y puede incluso llegar a resultar intrascendente, o incluso de mal gusto, pues es ahí donde se demuestra que esta película fue concebida por la productora como una simple precuela; además de estar plagado de guiños a otros personajes de Marvel, que para un expectador no conocedor, pueden resultar carentes de sentido. Pero Kenneth Branagh no se conforma con donar su nombre para los títulos de crédito, e intenta traernos algo más. Y por Odín que todo lo que acontece en Asgard es, sencillamente delicioso. Todos los superhéroes tienen que tener unos orígenes tortuosos, y en este caso, los de Thor, resultan creíbles, emocionantes y poéticos (algo que no ocurría, por ejemplo en Iron Man).


(Continuo en spoiler por falta de espacio)