La fiebre corporativista que ha asolado nuestra sociedad, ha pasado por encima también de la industria del entretenimiento, y por ende, del séptimo arte. En ese juego de alianzas y pactos, uno de los más sonados que tuvo lugar en los últimos años, fue la compra de Marvel Studios por parte de la todopoderosa Disney. La unión de ambos, ha fraguado muchos de los mayores éxitos en el cine de superhéroes de los últimos años, creando, ya de paso, un estilo propio dentro del género, con una serie de elementos comunes a todas sus películas. Sin embargo, todas estas incursiones en la gran pantalla, no eran más que la explotación de las materias primas de la llamada “casa de las ideas” con la ayuda del estudio de Mickey Mouse en las labores de producción y distribución, pero sin sumergirse en el proceso creativo.

Este hecho sin embargo, ha cambiado con la llegada de “Big Hero 6”. Nos encontramos ante el primer título en el que Disney se ha encargado de todo el proceso creativo, mientras que Marvel, por su parte, ha aportado la materia prima sobre la que podían trabajar los estudios de animación. Y el cocktail que ha surgido de esta mezcla, es adictivo, divertido, contagioso, y una de las mejores películas de animación de este 2014 que ahora termina.

El mérito de este logro, reside en la perfecta conjunción de las características que han hecho famosos a ambos gigantes de la industria cinematográfica. Por parte de Marvel, nos encontramos ante una cinta cuya máxima pretensión, es el entretenimiento sano, basado en el espectáculo, la acción y el trepidante ritmo narrativo, todo ello, cediendo el protagonismo a unos personajes protagonistas capaces de jugar su mayor baza en el carisma y el vínculo empático con el público. Por parte de Disney, asistimos a la enésima creación de los estudios, de uno de esos personajes emblemáticos capaces de instalarse en el recuerdo colectivo. Merecería una crítica a parte el personaje de Baymax, pero baste con decir que Disney, y los directores de esta cinta, han conseguido con cinco globos bien ensamblados, crear un gigante de la pantalla capaz de extraer oro de cada segundo de metraje en el que aparece. Pero el mérito reside en, que pese al soberbio potencial de ese personaje, “Big Hero 6” no se sustenta en ese rol. Siguiendo el estilo de la casa, Chris Williams y Don Hall, consiguen establecer unos sólidos cimientos narrativos sobre el personaje humano de Hido, convirtiendo al robot Baymax en su conexión con el público: el niño, consigue comunicarse con el espectador a través de la emociones que crea en nosotros el blanco héroe. Esa grandeza para crear sentimientos de una manera tan particular, nos sumerge sin remisión en el relato, cogiéndonos en el primer minuto, y no permitiendo que nuestra atención escape hasta la escena que se esconde tras los créditos.

Pero además, “Big Hero 6” esconde una cuadrilla de personajes secundarios, capaces de cautivarnos y hacernos desear más de una película que termina haciéndose corta y cuya mayor lacra se encierra en uno de los defectos más comunes de Marvel, que Disney, en esta ocasión no ha sabido solventar: la creación de un villano a la altura de las circunstancias. Trazado de manera gruesa, y con una escasa incursión en sus motivaciones y psicología, algo que no sucede con Hido y los traumas que arrastra, al final, como ya sucediera en otras películas de superhéroes de Marvel, nuestra atención se mantiene siempre del lado de “los buenos”, haciendo que el reverso oscuro de la trama, se muestre insustancial.

Pese a ello, estamos ante una soberbia muestra de entretenimiento sano, apto para todas las edades y construido sobre una brillante animación que exprime los recursos actuales en un colosal espectáculo de imágenes y sonido que nos catapulta desde la butaca, hasta los límites de la ilusión.