Clint Eastwood pertenece a un pequeño grupo de actores y directores que ocupan un lugar predilecto en mi olimpo cinematográfico personal. Su labor como actor en los westerns de Sergio Leone; o todas aquellas películas que dirigió con una maestría absoluta, muchas de ellas protagonizadas también por él mismo, son parte de mi patrimonio cinéfilo. La última cinta que dirigió y protagonizo, fue una nota de despedida soberbia que me sobrecogió y me demostró que Eastwood es, pese a quien le pese, un genio del séptimo arte.

Tras ello, la noticia de su cese como actor, y tres cintas menores en su filmografía como fueron "Invictus", "Más allá de la vida" y "J.Edgar" preocuparon a muchos, mientras yo seguía deleitándome con momentos de buen cine que escondían estas tres últimas obras, aunque alejadas de la perfección de, por poner un ejemplo, "Sin perdón".

Y de entre las sombras, saltó la noticia. "Golpe de efecto", la nueva película de su productora Malpaso, iba a estar protagonizada por Clint Eastwood. Habiendo rechazado la dirección de la misma, alegando que nunca más volverá a ponerse delante y detrás de una cámara al mismo tiempo, paso el testigo a Robert Lorenz, uno de sus compañeros de fatigas, sabiendo que probablemente, el material con el que contaba, no era el que se podría esperar. Porque seamos sinceros, "Golpe de efecto", no tiene "golpe" ni tiene "efecto". Su guión resulta manido y de sobra conocido. La historia se sabe y reconoce desde el primer minuto hasta el último. Aquí no hay aristas que puedan sorprender, o llegar a emocionar. Es un drama deportivo al uso que se sabe seguro en línea recta y convencional, pero inestable y débil con las bolas curvadas, haciendo honor a su título original.

Siendo consciente de ello, y sabiendo el "marrón" que Eastwood le estaba pasando a Robert Lorenz en su debut cinematográfico como director; Clint debió de pretender compensar de alguna manera a su amigo, y por ello aceptó volver a protagonizar una película. Y la verdad es que Lorenz, puede agradecerle el favor. Porque todo lo positivo de la cinta se cimienta en la grandeza de la figura de Clint Eastwood y en sus interacciones con el resto de un reparto extremadamente solvente, con mención especial para Amy Adams, y el casi siempre genial John Goodman. Eastwood destila su carisma, su ironía y su genialidad en esta revisión deportiva del Walt Kowalski de "Gran Torino".

El resultado final, es una cinta entretenida y llevadera gracias a la labor de su reparto y a la presencia en la gran pantalla de una de esas personas que hacen que el cine sea algo grande y que perdure para toda la vida, aunque ese no sea el caso de "Gope de efecto". Señor Eastwood, espero que pronto vuelva a deleitarnos con todo su despliegue emocional en su próxima película.