Cuatro años esperando por la última entrega de Batman, en esta ocasión “El caballero oscuro, la leyenda renace”, tiempo más que suficiente para recuperarnos de la resaca tras el éxito que le proporcionó la fantástica interpretación de Heath Ledger, a la segunda parte, como el Joker más desequilibrado jamás escrito. Lo tenía difícil Christopher Nolan (Origen, 2010) para estar a la altura de su predecesora, pero sin miedo a equivocarme, lo ha conseguido.

Han sido 164 minutos de metraje bien construidos y sin que, en ningún momento, resultase lento el hilo argumental, esto no sólo se debe al gran trabajo de postproducción, se le debe en gran medida a Hans Zimmer, que con su fantástica banda sonora nos mantiene en constante intriga y no deja que nos despistemos ni un solo segundo.

La trama comienza en una Gotham con los índices de criminalidad más bajos de su historia, con un Batman desaparecido, y un bruce Wayne abatido, para dar paso a unos de los personajes más sorprendentes de esta entrega, y no me refiero al Bene de Tom Hardy, sino a la Catwoman de Anne Hathaway (El diablo se viste de Prada, 2006).

Creo que estarán de acuerdo conmigo todos los seguidores de Batman si digo que la mejor Catwoman del celuloide hasta el momento había sido Michelle Pfeiffer (Batman vuelve, 1992) con todo mi respeto a Julie Newmar por la serie de TV de los 60 y a Lee Meriwethe (Batman, 1966), y sin ningún respeto a la Catwoman de Halle Barry, de la cual prefiero no hablar por si me entran arcadas. Sorprendentemente Hathaway, curtida en el cine romanticón y sin nada destacado salvo su belleza, ha dotado de credibilidad al personaje de Seline Kyle, logrando que podamos identificarnos con su leit motiv. Ésto ha sido posible no sólo por las cualidades interpretativas de la actriz (¡resulta que tenía!) sino sobre todo por un guión que la convierte en un personaje clave, (atentos a su segunda aparición, podría ser perfectamente la viuda negra de Los Vengadores).

Mientras que Bruce Wayne se recupera física y mentalmente de sus secuelas tras los acontecimientos acaecidos ocho años atrás, el malo malísimo, Bane, encarnado por Tom Hardy (Esto es la guerra, 2012), fragua una rebelión que pondrá en jaque a toda Gotham. Hardy resulta convincente por su corpulenta presencia, pero poco más se puede decir dado que su máscara nos impide apreciar matices en su interpretación, de lo que si podemos hablar es sobre su modulada voz, aún no sé cómo ha sido en la versión original pero en el doblaje español me hacía recordar al Jerjes de 300 (Zack Snyder, 2007), ¿Realmente era necesario?

Otro personaje que en un principio puede resultar indiferente pero que cobra una especial importancia a lo largo del film, es el de Blake (Joseph Gordon-Levitt) un novato oficial de policía que se gana la confianza del comisario Gordon tras demostrar su astucia en la investigación de los nuevos sucesos que tienen lugar en la “pacífica Gotham”. Debo confesar que siento una especial admiración por Joseph Gordon-levitt (500 días juntos, 2009), es un actor que con tan sólo 31 años ha sabido escalar poco a poco la cima de la fama. Se dio a conocer por su símpatico papel en la serie de los 90 Cosas de marcianos, para posteriormente formarse en el cine indie, con películas arriesgadas como Oscura inocencia (Gregg Araki, 2004) o Brick (Rian Johnson, 2005). En 2009 hizo su primera superproducción encarnando al comandante cobra en G. I. Joe, y en 2010 Christopher Nolan lo eligió para el papel de Arthur en Origen. Sin ninguna duda, junto con la sorprendente Anne Hathaway, es lo más destacado en el repato.

Otras de las acertadas maniobras de Nolan, ha sido la recurrente conexión en flash-back con las anteriores entregas, lo que permite entender, al espectador que no haya visto a Batman desde sus orígenes, la personalidad de los protagonistas, incluso se permite el lujo de “resucitar” a Ra’s Al Ghul (Liam Neeson) en una aparición, y liberar de la prisión al espantapájaros (Cillian Murphy) convirtiéndolo, en esta ocasión, en un improvisado juez.

No podemos hablar de Batman sin nombrar sus gadgets, y por aquí empiezan mis objeciones al film. Con Batman Begins se dotó de realismo a todos los juguetitos del hombre murciélago, rompiendo con la pintoresca tecnología de las anteriores películas, pero en esta ocasión el avión de nuestro héroe, bautizado como “bat”, más que una aeronave con forma de murciélago (lo propio, ¿no?), parece una cucaracha voladora, de estas molestas que encontramos cuando estamos de vacaciones. Por lo demás, hubiera estado bien renovar el vestuario como pasó en el caballero oscuro, pero tampoco vamos a ser “tiquismiquis”. Los diálogos en general están bien, pero en ciertas ocasiones sufren de los típicos clichés del “villano versus bueno” y no digo más por no hacer un spoiler.

En definitiva, pese a sus pequeños defectos, estamos unte un broche final sensacional, que supera notablemente a la segunda entrega, y que, a más de uno dejará boquiabierto con sus dos inesperados giros finales. Sólo resta decir gracias Christian Bale, y gracias Christopher Nolan, gracias por plasmar a uno de los mejores personajes de ficción que ha dado el comic, y que, ahora sí, podrá terminar su periplo en lo más alto.

José Eduardo Marrero de Armas