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Voto de Quatermain80:
8
Drama Un grupo de monjas occidentales abre un hospital en un antiquísimo templo en las remotas montañas del Himalaya. A las dificultades económicas y a la hostilidad de los nativos, pronto se suman las tensiones entre las propias monjas. Un agente británico intentará mediar entre ellas para solucionar sus problemas, pero su presencia acabará despertando, con consecuencias fatales, la sexualidad reprimida de algunas hermanas. (FILMAFFINITY)
27 de septiembre de 2010
25 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco podían imaginar las cinco monjas protagonistas de esta película que su viaje desde Calcuta al palacio de Mopu (con el objetivo de fundar en tan remoto lugar un convento, hospital y escuela), acabaría convirtiéndose en una verdadera experiencia mística, pero no en el sentido religioso, sino en el íntimo.

Y es que el palacio de Mopu y sus alrededores aparecen ante nosotros casi como un mundo mágico de naturaleza imponente, ante el que, como bien se apunta en un diálogo del filme, sólo cabe una completa contemplación, o una absoluta ignorancia. Es un lugar donde los recuerdos enterrados en lo más profundo del espíritu y la memoria vuelven a hacerse presentes; donde los instintos reprimidos se desatan con furia, fiebre y locura; un lugar, en suma, en el que las personas revisitan sus propias esencias espirituales, y viven plenamente, para bien o para mal.

Nuestras monjas no son una excepción, y van a experimentar, en cuerpo y alma, esa a veces sutil, pero siempre profunda alteración íntima, que ciertos lugares de la India han ejercido, desde antaño, en los europeos. Así, en forma de recuerdos de un pasado dolorosamente "olvidado", de una entrega total a la belleza natural, o del surgimiento de una pasión desenfrenada, el mágico palacio de Mopu trastorna a las protagonistas, obligándolas a retomar aspectos fundamentales de la vida a los que ellas creían haber renunciado definitivamente. Nada expresa mejor esta realidad que esa mirada enfebrecida, consumida por el deseo y los celos, que asoma en el rostro de la Hermana Ruth.

Un filme impecable, de soberbia ejecución en todos sus aspectos; si la fotografía es hermosa y cálida, y los decorados tan mágicos como la historia (todo se rodó en estudio y en un jardín botánico), qué decir de los bellos encuadres, de los elegantes encadenados (que nos introducen en los recuerdos), de la innegable elegancia y belleza que caracteriza a esta obra. Y si además encontramos un guión tan bueno y eficaz como suelen ser los de Pressburger, y unas interpretaciones a la altura de lo que se narra y muestra (soberbias Deborah Kerr y Kathleen Byron), sólo queda concluir que se trata, indudablemente, de la cima artística de este gran dúo de creadores.
Quatermain80
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