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Voto de Quatermain80:
8
Drama Continuación de "El hombre de mármol". Narra las jornadas revolucionarias en los astilleros navales de Gdansk ( o Danzig) protagonizadas por los obreros del sindicato Solidaridad, en el verano de 1980. Ese mismo año, un periodista radiofónico, más amigo del régimen comunista que de la verdad, debe cumplir una misión de difamación contra un destacado militante del sindicato Solidaridad, que resulta ser el hijo del héroe de "El hombre de mármol" (1977). (FILMAFFINITY) [+]
4 de agosto de 2010
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque Wajda siempre defendiera que esta película no era una simple secuela de "El hombre de mármol", lo cierto es que ambas son indisociables, no tanto por el hecho no menor de compartir personajes y fórmula narrativa, sino principalmente por el espíritu que las anima, siendo un fiel retrato de la realidad polaca.

En este caso la indagación de Wajda no es acerca de acontecimientos pasados, sino de sucesos del presente, concretamente la huelga desatada a lo largo de 1980 en los astilleros de Gdansk, que vería el triunfo del sindicato libre "Solidaridad", así como el comienzo de la decadencia final del régimen comunista. Ahora es un periodista (Winkel), alcohólico y desmovilizado ideológicamente, quien va a protagonizar la investigación acerca de la huelga, labor para la que es comisionado por sus jefes, que tratan de recabar información que permita al estado socavar la huelga. Si en "El hombre de mármol" era Birkut el símbolo de la lucha de los trabajadores, aquí lo es su hijo, Maciek Tomczyk, uno de los líderes de la huelga, secundando a Lech Walesa.

El filme mantiene un tono documental (con bastantes imágenes de archivo) que aporta enorme realismo y autenticidad, sin por ello renunciar al imprescindible componente dramático, que es desarrollado eficaz y coherentemente, uniendo la experiencia del padre (Birkut) con la del hijo (Tomczyk), o lo que es lo mismo, el pasado con el presente. Los personajes (en general bien interpretados) muestran una amplia variedad de posturas y actitudes ante los hechos narrados, empezando por el propio Winkel (su paulatino cambio de actitud se identifica con el de la mayoría de la sociedad polaca), y siguiendo por aquéllos que encabezan la lucha o por los que hacen lo posible por liquidarla. El conjunto, de gran veracidad, resulta beneficiado por un adecuado montaje y un buen guión.

Más allá de sus virtudes cinematográficas, "El hombre de hierro" destaca por ser un documento histórico, realizado prácticamente al tiempo que se desarrollaban los acontecimientos que narra, algo que es enormemente difícil de lograr, especialmente en una obra artística. Sin embargo, Wajda alcanzó ese objetivo a plena satisfacción, y sin que ello le impidiese renunciar a sugerir su mensaje principal, mostrado a través de la lucha de dos generaciones, la de Birkut y la de Tomczyk. El triunfo de lo que éste último representa es un homenaje a todos aquellos que, como su padre, comenzaron la lucha. Y esa lucha era necesaria, porque como escribiera Paul Eluard, hay combates que deben librarse. "Incluso para perderlos, porque otros los ganarán. Todos los otros."
Quatermain80
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