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Voto de Quatermain80:
7
Cine negro. Drama. Thriller Se basa en una obra de éxito de Broadway que había sido interpretada por Paul Newman. Tres fugitivos secuestran a una familia y mantienen a sus miembros como rehenes en una casa en las afueras de una ciudad. (FILMAFFINITY)
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En 1990 el director Michael Cimino hizo un remake con Anthony Hopkins y Mickey Rourke. (FILMAFFINITY)
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6 de junio de 2010
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueva demostración cinematográfica a cargo de William Wyler, en mi opinión un director magnífico en demasiadas ocasiones infravalorado, acusado de carecer de estilo, de hacer películas impersonales, sin sello de autor... tonterías.

Es verdad que el tema que aborda este filme no es novedoso, que desde el principio sospechamos cuál va a ser la conclusión, y que los roles de los personajes son algo previsibles, pero aún así nadie puede decir que la película sea prescindible o deficiente. Al contrario, Wyler maneja el ritmo como pocos, logrando mantener la tensión a lo largo de la cinta, gracias en buena medida al "duelo" que establece entre los dos protagonistas, un malvado Bogart y un recto y honrado March.

La película, como muchas de las realizadas por Wyler, bajo una apariencia formal de sencillez y naturalidad, revela la minuciosidad con la que este director trabajaba, y que le llevaba a repetir toma tras toma hasta lograr el resultado apetecido. Hay quien piensa que esto es un indicio de inseguridad, de ausencia de ideas claras, pero si tenemos en cuenta que artistas brillantes como Velázquez hacían lo mismo, no creo que en justicia podamos reprochárselo a nuestro realizador. Aparte de una buena fotografía, el filme tiene algunos planos muy hermosos, compendio del buen hacer cinematográfico. Me refiero a todos los que muestran la escalera de la casa, especialmente uno en el que los actores van entrando en el campo visual, que es enfocado oblicuamente y en contrapicado; en él se aprecia, como pocas veces, en qué consiste la puesta en escena, la composición del plano y la profundidad de campo, sin descuidar por ello la utilidad narrativa; lograrlo en un solo plano tiene un mérito indiscutible. Aparte de lo dicho, el guión es correcto, así como las interpretaciones, con un Bogart crepuscular (su rostro así lo anuncia), carente de todo escrúpulo, y un March que encarna, tan bien como siempre, el arquetipo de ciudadano modélico y respetable. Me gustó también la interpretación de Robert Middleton, el compinche grandullón de escasas y confusas neuronas.

En definitiva, reafirmo mi aprecio por la obra de Wyler, un director que en palabras de su amigo Billy Wilder "tal vez no tenía ideas originales, pero las llevaba siempre a la perfección", reflexión con la que no puedo estar más de acuerdo, pues yo, al igual que cierto director español, puedo no creer en dios, pero siempre creeré en Billy Wilder.
Quatermain80
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