Empieza dando en el blanco: el mensaje de Jesús se distorsiona con la distancia hasta convertirse en unas palabras que nada tienen que ver con lo que dijo: “¿Los gansos heredarán la tierra? ¿Ha dicho eso? ¿Por qué los gansos?”, se pregunta perplejo uno de los asistentes al Sermón de la montaña que se ha quedado algo alejado entre la multitud. La discusión de los intelectuales judíos acerca del Frente Popular de Judea o como se diga se adelantó a los contenidos y niveles de discusión política de la actualidad: nuestros debates de hoy en día son calcados a esa conversación. La escena de los profetas en la plaza del mercado es una pura genialidad. Toda la película está llena de hallazgos afortunados.

Es una película de una inteligencia muy fina, que contrasta con la tendencia a la burrada y la vulgaridad de los Monty Python. No es en absoluto irreverente, más bien humaniza los relatos evangélicos de un momento clave de la historia de Occidente sin idealizarlos, y se puede sentir el aroma de la verdad. La llamada al optimismo mientras se hallan a las puertas de la muerte con la canción final hace terminar la peli como si fuese un musical. Todos hemos tarareado alguna vez esa canción.

Es una obra maestra.