¿Merece realmente la pena esfuerzo y sacrificio y el esmerado ejercicio de sensibilidad y crudeza que han tenido que llevar a cabo los intérpretes para contarnos la historia de esta forma?

En el momento de los hechos, 1986, recién se le había puesto nombre al virus VIH causante del sida. En 1984, dos científicos franceses, Françoise Barré-Sinoussi y Luc Montagnier del Instituto Pasteur, lo habían aislado pero el estadounidense Dr Gallo intentó anticiparse haciendo trampas iniciandose entonces una dura batalla comercial de patentes y tratamientos

Constatación documentada científicamente se tenía desde 1959 por lo menos. Digo esto porque el oficializar algo no es sinónimo de su nacimiento. Es otra cosa. Por ejemplo, a nadie le es extraño identificar los síntomas de la enfermedad en leyendas de la antigüedad que han llegado hasta nuestros días, petes...

El descubrimiento a bombo y platillo del VIH y del sida de lo que realmente se trata es de "la oficialización" de una pandemia imposible que se haya producido de la noche a la mañana.

Otra de las características de esa "oficialización" e inicio de la era del sida es que la propagación de la enfermedad se atribuye a colectivos muy concretos considerados de riesgo que son los heroinómanos de injectables, los homosexuales y los hemofílicos. Se estigmatiza a los enfermos, con razón o sin ella. Más adelante se relacionará, más acertadamente a mi juicio, la conducta de estos grupos de riesgo con el desarrollo de la enfermedad

En la vida real suceció que en 1986 on Woodroof un cowboy de texas, soltero, heterosexual "declarado", intolerante, manifestamente homófobo y hedonista, interesado principalmente por drogas y sexo, pasa de ser de un recto macho con todos sus privilegios a estar en una situación más que comprometida socialmente, incapacitado para trabajar o desarrollar su vida normal y a tener una expectativa de vida de un mes al detectársele infectado por el virus del sida en fase terminal. Sin lugar a dudas es un momento altamente estresante para ese anti héroe

Al verse descartado de los ensayos con terapias médicas del momento prueba primero del mercado negro del AZt y luego de un sistema de abastecimiento alternativo que había surgido no sólo en su ciudad , Dallas, sino que era un fenómeno extendido por todo el país: un club de compras en el que no se pagaba por medicamentos sino por ser socio con derechos (a esos medicamentos)
Eso era así porque en la FDA (Food and Drug Administration), agencia responsable de la regulación de los medicamentos en EEUU, existían problemas reales para determinar los tratamiento válidos para la enfermedad y ante la urgencia vital de los afectados por el virus (que se morían , vamos) se vieron en la emergencia de tener que improvisar este tipo de soluciones.

Estos clubes, con el tiempo, se demostraron bastante efectivos. Sin lugar a dudas contaban con el asesoramiento de profesionales especialistas médicos cualificados. Nuestro protagonista aunque parecía un paleto era un electricista bien cualificado pero aún así no alcanzaba para llegar a la especialización de doctores en la materia.

En la película pintan a nuestro heroe como un lobo solitario sólo frente al mundo superando la adversidad y contribuyendo a salvar a sus congéneres. Es inverosímil que diera a la primera con un sólo médico en México que además acertó su terapia de pleno, que él sólo realizara un mínimo de 300 viajes con 500000 pastillas, importara medicamentos no aprobados por la Administración Federal de Drogas de los Estados Unidos - incluyendo péptidos y vitaminas - desde en México, Dinamarca y Japón, engañando a médicos, farmaceúticas, agentes de aduanas, inteligencia estatal etc...

Con seguridad era la cabeza visible de toda una red de infiltrados de todo tipo trabajando en ello lo suficientemente potente como para poner en jaque a la Administración estadounidense.

Se inicia así un enconado enfrentamiento entre las dos partes, protagonista y administración que finalmente queda en tablas de una forma muy sui generis, esto es, a la manera americana
Pues bien. No satisfechos los creadores de la película con lo enrevesado del leif motiv de la misma persiguen sin pudor levantar ampollas entre el loby gay por lo controvertido del tratamiento que se da en la película de la forma de contagio del virus de Ron Woodroof. En el mejor de los mundos posibles tuvo que tener que ver con su conducta en grupos de riesgo al que pertenecía, esto es, a los drogadictos y no se puede pasar por alto que en rigor en el momento del posible contagio (que no desarrollo de la enfermedad) estadísticamente eran minoría las mujeres infectadas

Es aqui donde entra en juego el personaje de Rayón un transexual raro con sida, interpretado por Jared Leto, personaje que en la realidad no existió y que es una metáfora representativa de otros que si fueron resales. En la película sólo se contemplan relaciones profesionales pero es la puerta por la que se cola la aceptación de Woodroof de la diversidad sexual como guinda del pastel, porque en el film se nos presenta al protagonista como un macho recto, es una historia recta que tuvo consecuencias sociales.

En pocas palabras: se le roba al colectivo gay el protagonismo de la historia y se le rinde homenaje al mérito individual de un heroe solitario hipotéticamente heterosexual cojido con alfileres, cuando la realidad es que los clubes de compra que proliferaron por pura necesidad (les iba la vida en ello) estaban regidos y organizados en su inmensa mayoría por gays.
Todo esto se hace con un fin claramente propagandístico.

Y yo pregunto ¿la historia se merece este trabajo tan y tan extraordinario de Matthew McConaughey y Jared Leto, entre otros?

Creo que los actores ante la evidencia extremaron su celo para dejar la misión de la película al descubierto. No escatimaron y si que se merecen un reconocimiento.