Media votos
6,3
Votos
157
Críticas
148
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de did79:
9
6,7
8.392
Intriga. Thriller
Kate Miller (Angie Dickinson), una mujer con problemas, acude a la consulta del psiquiatra Robert Elliott (Michael Caine) para recibir consejo profesional. Después tiene un fortuito y emocionante encuentro en un taxi con un desconocido, con quien ya había coincidido en otro lugar. (FILMAFFINITY)
1 de diciembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que Brian de Palma es un enamorado del cine de Hitchcock no es ninguna novedad, y que el director aprovecha la mínima oportunidad para rendirle homenaje, tampoco lo es. Incluso llegando a "reinterpretar" la misma película. Prueba de ello sirva por ejemplo el caso de "Doble Cuerpo", que retuerce el argumento de "Ventana Indiscreta".
Es difícil analizar el film sin desvelar matices de su argumento, así que, aun evitándolo en la mayor medida posible, recomiendo a todo aquél que no haya visto el film que se abstenga de leerla.
Dejando de lado homenajes, nos encontramos con una estupenda película, llena de misterio, donde el siempre excesivo De Palma nos brinda, además de una serie de imágenes que quedarán grabadas en la retina del espectador, un conjunto de escenas donde el director hace gala de su buen oficio tras la cámara (con sus lentes dobles o sus ya características pantallas partidas). Memorables resultan las secuencias del ascensor o la persecución en el metro. Todo acompañado por una estupenda banda sonora y unos eficientes actores.
Lo mejor; El manejo que hace el director de todos los elementos.
Lo peor; Que ese exceso, por artificial, cause cierto rechazo.
Es difícil analizar el film sin desvelar matices de su argumento, así que, aun evitándolo en la mayor medida posible, recomiendo a todo aquél que no haya visto el film que se abstenga de leerla.
Dejando de lado homenajes, nos encontramos con una estupenda película, llena de misterio, donde el siempre excesivo De Palma nos brinda, además de una serie de imágenes que quedarán grabadas en la retina del espectador, un conjunto de escenas donde el director hace gala de su buen oficio tras la cámara (con sus lentes dobles o sus ya características pantallas partidas). Memorables resultan las secuencias del ascensor o la persecución en el metro. Todo acompañado por una estupenda banda sonora y unos eficientes actores.
Lo mejor; El manejo que hace el director de todos los elementos.
Lo peor; Que ese exceso, por artificial, cause cierto rechazo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
El caso que nos concierne, el realizador vuelve a las andadas y nos ofrece un pastiche de géneros en el cual planea siempre la obra maestra del director inglés, "Psicosis". Aún alejándose en contenido, que no en la forma, mantiene la misma estructura y no son pocos los paralelismos entre ambas. Para empezar, tenemos como protagonista principal a Angie Dickinson que, cual Janet Leigh, ocupa el primer tramo del metraje hasta el sorprendente giro de guión (los que hayan visto la película ya sabrán de que hablo). Después de cometer un acto "impuro" (en este caso una infidelidad en vez de un robo) es castigada por ello. Es curioso el tratamiento que el director hace de ese castigo, acorralando la víctima sin ningún tipo de escapatoria, erigiéndose como inquisidor ante cualquier atisbo de pecado. Se regodea en su dolor, cebándose en su desgracia, provocando que en el espectador se despierte un sentimiento de lástima patética hacia esa pobre mujer que sufre en silencio.
Es en este primer tramo donde encontramos la escena clave de la película, aquella por la que será recordada, al igual que uno no puede entrar en la ducha sin rememorar aquellos estridentes violines y su fatal desenlace. Aquí cambia de espacio (ducha por ascensor) y nos ofrece una concatenación de planos bellísimos, que nos remiten al mejor Argento y su giallo, a la par que crueles.
De Palma juega nuevamente con el espectador ofreciendo un relato, que no es tal, para luego torcerlo y llevarlo por otros derroteros, pasando el testigo del protagonismo a otros personajes que, a diferencia del film de 1960, ya conocíamos previamente, o al menos a uno de ellos (el hijo de la víctima y la prostituta, una deliciosa Nancy Allen). Y es aquí donde entra de lleno el cine pre 80, representado por la pareja que a partir de ahora toma las riendas de la acción, con esa mezcla tan característica de acción y misterio con ciertas dosis de humor.
Otro de los paralelismos es el antagonista que, sin desvelar mucho, sufre del mismo "síndrome" que sufriera el otrora encargado del hotel. Aunque las connotaciones sean más de tipo sexual, que nos vuelven a llevar por los senderos del giallo, vemos el mismo detonante en ambos casos, la atracción sexual culpable (ya sea causa de un madre posesiva o bien por algún trastorno psicológico que implique una duplicidad en la personalidad). Anthony Perkins cede a Michel Cane todo esa paranoia que desencadenará en un horrible crimen.
El director se atreve también a "utilizar" lo más polémico de "Psicosis", como es ese impuesto discurso aclaratorio al final de la cinta, donde se nos explicaban los pormenores de la trama, por si algún despistado se le había escapado. Aquí, nuevamente un doctor nos explica el porqué de ciertos comportamientos, resultando igualmente innecesario. Y como ya era tradición en el director cuando aboraba el cine de género, escena final con sobresalto incluido.
Es en este primer tramo donde encontramos la escena clave de la película, aquella por la que será recordada, al igual que uno no puede entrar en la ducha sin rememorar aquellos estridentes violines y su fatal desenlace. Aquí cambia de espacio (ducha por ascensor) y nos ofrece una concatenación de planos bellísimos, que nos remiten al mejor Argento y su giallo, a la par que crueles.
De Palma juega nuevamente con el espectador ofreciendo un relato, que no es tal, para luego torcerlo y llevarlo por otros derroteros, pasando el testigo del protagonismo a otros personajes que, a diferencia del film de 1960, ya conocíamos previamente, o al menos a uno de ellos (el hijo de la víctima y la prostituta, una deliciosa Nancy Allen). Y es aquí donde entra de lleno el cine pre 80, representado por la pareja que a partir de ahora toma las riendas de la acción, con esa mezcla tan característica de acción y misterio con ciertas dosis de humor.
Otro de los paralelismos es el antagonista que, sin desvelar mucho, sufre del mismo "síndrome" que sufriera el otrora encargado del hotel. Aunque las connotaciones sean más de tipo sexual, que nos vuelven a llevar por los senderos del giallo, vemos el mismo detonante en ambos casos, la atracción sexual culpable (ya sea causa de un madre posesiva o bien por algún trastorno psicológico que implique una duplicidad en la personalidad). Anthony Perkins cede a Michel Cane todo esa paranoia que desencadenará en un horrible crimen.
El director se atreve también a "utilizar" lo más polémico de "Psicosis", como es ese impuesto discurso aclaratorio al final de la cinta, donde se nos explicaban los pormenores de la trama, por si algún despistado se le había escapado. Aquí, nuevamente un doctor nos explica el porqué de ciertos comportamientos, resultando igualmente innecesario. Y como ya era tradición en el director cuando aboraba el cine de género, escena final con sobresalto incluido.