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Voto de did79:
8
8 de enero de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada cierto tiempo aparece un film que sirve de referencia a toda una generación de espectadores. En especial, el público gay ha tenido siempre películas de culto que han sido cita obligada para todo espectador que se precie. Como ejemplo, "Querelle" de Werner Fassbinder a principio de los 80, "Mi hermosa lavandería" de Stephen Frears a mediado de la misma década, "The Rocky Horror Picture Show" de Jim Sharman en los 70s e incluso, una nada disimulada homosexualidad subyacente en la película del gran maestro del suspense "La Soga" de Hitchcock. Pero fue allá por el 2004 cuando una película, pretendidamente Main Stream rompió moldes, "Brockback Mountain" de Ang Lee apostaba por una historia de amor homosexual entre dos vaqueros que iba mucho más allá de prejuicios y clichés.
La opera prima de Francis Lee repite los parámetros de la película del director taiwanés, trasladando el relato a un territorio hostil, en este caso la dura vida campestre, donde las emociones y sensiblerías quedan relegadas detrás de los esfuerzos que conlleva el trabajo del campo. La historia de amor entre los dos protagonistas se cuece a fuego lento, pero, aunque la sombra de la película protagonizada por Heath Ledger es alargada (el director rinde homenaje repitiendo uno de sus famosos planos), se desmarca de ella ofreciendo otro tipo de conflicto al que ambos deben enfrentarse. Aquí la homofobia y el rechazo social pasan a un segundo plano, por no decir que casi es inexistente en la cinta, centrándose en la lucha interna de aquél que no sabe lo que es el amor, ya que su vida no se lo ha permitido, y aquél que sabe amar, salpicado todo con dosis ciertas de xenofobia.
La contención que muestra la historia, sin disonancias y chirridos, la naturalidad con la que el director narra los hechos (se nota que conoce de primera mano ese tipo de vida), todos ellos pequeños, la química que se establece entre los dos actores principales, y su maravilloso entorno hacen que este modesto film destaque por encima de los demás. Una historia mil veces contada puede aportar algo nuevo siempre y cuando todos sean conscientes de ello, sin creerse panacea de nada y apostar por aquellas cosas sencillas que hace la vida grande y eso, es lo que hacen todos sus responsables.
Es aun pronto para calibrar el impacto de un film tan modesto en pretensiones, y si éste en un futuro será referencia obligada, no solo para un público determinado, sino para el general. Aunque si algo debemos agradecerle a Francis Lee es habernos ofrecido una obra fresca y emotiva, alejada de los manidos sucedaneos que suelen ofrecer cuando se abarcan temas similares.
Lo mejor; La pareja protagonista, apoyada también por grandes actores secundarios.
Lo peor; Al ser algo de sobras conocido, caer en las odiosas comparaciones sin ir más allá.
La opera prima de Francis Lee repite los parámetros de la película del director taiwanés, trasladando el relato a un territorio hostil, en este caso la dura vida campestre, donde las emociones y sensiblerías quedan relegadas detrás de los esfuerzos que conlleva el trabajo del campo. La historia de amor entre los dos protagonistas se cuece a fuego lento, pero, aunque la sombra de la película protagonizada por Heath Ledger es alargada (el director rinde homenaje repitiendo uno de sus famosos planos), se desmarca de ella ofreciendo otro tipo de conflicto al que ambos deben enfrentarse. Aquí la homofobia y el rechazo social pasan a un segundo plano, por no decir que casi es inexistente en la cinta, centrándose en la lucha interna de aquél que no sabe lo que es el amor, ya que su vida no se lo ha permitido, y aquél que sabe amar, salpicado todo con dosis ciertas de xenofobia.
La contención que muestra la historia, sin disonancias y chirridos, la naturalidad con la que el director narra los hechos (se nota que conoce de primera mano ese tipo de vida), todos ellos pequeños, la química que se establece entre los dos actores principales, y su maravilloso entorno hacen que este modesto film destaque por encima de los demás. Una historia mil veces contada puede aportar algo nuevo siempre y cuando todos sean conscientes de ello, sin creerse panacea de nada y apostar por aquellas cosas sencillas que hace la vida grande y eso, es lo que hacen todos sus responsables.
Es aun pronto para calibrar el impacto de un film tan modesto en pretensiones, y si éste en un futuro será referencia obligada, no solo para un público determinado, sino para el general. Aunque si algo debemos agradecerle a Francis Lee es habernos ofrecido una obra fresca y emotiva, alejada de los manidos sucedaneos que suelen ofrecer cuando se abarcan temas similares.
Lo mejor; La pareja protagonista, apoyada también por grandes actores secundarios.
Lo peor; Al ser algo de sobras conocido, caer en las odiosas comparaciones sin ir más allá.