Te doy mis ojos de Icíar Bollaín, es un drama social basado en el maltrato físico y psicológico de un hombre a una mujer. Dirigida con un ritmo tranquilo y con una trama asfixiante, es atrevida y valiente por poner los puntos sobre las íes con una historia tan tristemente real como sobrecogedora. Realizada de forma provocadora e implacable, tiene un resultado verosímil y necesario de ver, para ser conscientes de una situación que nos atañe a todos.
La fotografía, es lumínica y competente, con algunas imágenes impactantes y duras que son estéticamente apropiadas e idóneas para comprender visualmente el problema en cuestión. La música, es inquietante y turbadora con toques amenazadores por un lado, y hermosa y conmovedora por otro, acompañando sutilmente la acción gracias a la mano experta de Alberto Iglesias. Y en los planos y movimientos de cámara, usa con acierto el detalle, primeros planos, seguimiento, generales y panorámicos, y en especial la cámara en mano en las escenas tensas, ayudando a dar más dramatismo si cabe a la acción.
Las actuaciones, son admirables y convincentes. Con Luis Tosar persuasivo y con hundimiento psicológico y Laia Marull sensible y remarcable en un extraordinario papel. Siendo señalados los acompañamientos de Candela Peña, Rosa María Sardá, Kiti Manver, Sergi Calleja y Antonio de la Torre entre otros. Empleando para estos, unos vestuarios y caracterizaciones naturales y sencillos en una correcta labor artística.
El guion, escrito por el mismo director junto con Alicia Luna, es profundo y penetrante por el pesimismo y desesperanza que produce dicho problema. Y está argumentado de forma estremecedora y creíble, absorbiendo al público en una continua amenaza e incitándolo con una cuestión que no parece tener una solución cercana, y que además hace sentir una terrible impotencia. Y está llevado a cabo con una narrativa insidiosa y directa, que es desmoralizadora y tremendamente expresiva, mostrando lo irascible y peligroso que puede ser un personaje maltratador.
En definitiva, la considero una obra necesaria de ver por tocar una delicada temática que nos puede salpicar a cualquiera, y que desde luego nos hace consciente de su alarmante situación y de lo peligrosamente real y difícil de vaticinar que es. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, música, planos, movimientos y narrativa que convierten a Te doy mis ojos, en un film de visión obligada para el público en general, y más aún para aquellos que no consideran este problema como algo verdaderamente real y merecedor de nuestra total implicación.