El gran carnaval de Billy Wilder, es un drama de cine negro con gran crítica hacía el periodismo sensacionalista. Dirigida a buen ritmo, engancha de forma sensacional gracias a una historia ácida y retorcida como pocas, definiéndola con un resultado intachable.
El guión, afilado como pocos, contiene una gran crítica hacia el periodismo más insano, siendo absorbente y provocador, con un argumento soberbio e inquietante para el espectador desde que empieza hasta que acaba. Y con una narrativa clásica con diálogos agrios pero ingeniosos, usados por el protagonista con gran ironía y acierto para el papel principal.
Las actuaciones, son brillantes en líneas generales, destacando a Kirk Douglas que interpreta de forma genuina y acertada, con una doble moral. Sin menospreciar al resto del elenco que está muy convincente, como es el caso de Jan Sterling, Robert Arthur y Poster Hall.
Musicalmente es grandiosa y competente, totalmente idónea para la trama, al igual que la fotografía que es atractiva y alusiva al lugar en cuestión, usando el blanco y negro con planos claustrofóbicos, que son usados de forma inteligente y elaborada, dando lugar a algunos enfoques astutos e ingeniosos para dar al espectador la sensación de estar atrapado en la montaña con los protagonistas.
Cabe mencionar también, un gran montaje en el cual no sobra ni un minuto, y unos decorados enormes y bien trabajados al detalle para transportar al público en todo momento al lugar en cuestión.
Por lo que, en conclusión, la considero una obra imprescindible del genial director, y del séptimo arte en general, por ser turbadora y arrolladora, y por tener todos los ingredientes necesarios para penetrar de forma malsana en el público, mostrándole la ambición y el egoísmo humano en estado puro y llevado al extremo, en este caso, de la mano del periodismo más sensacionalista, que busca la peor de las noticias para venderla.