Miedo y deseo de Stanley Kubrick, es un drama bélico basado en la segunda guerra mundial. Dirigida con un ritmo acertado, y la duración de casi un mediometraje, realiza una obra novedosa, personal y subjetiva, dejando ya patente, que no iba a ser un director más.
El guion, es provocador y sustancioso a los ojos del espectador, incitándolo al mostrar claramente su inquietud por la debilidad y el espíritu humano. Con una narrativa al principio curiosa y evocadora a la acción, como tanto le gusta al genial director, y que tanto usó en la mayoría de sus films, sello propio y único, que se agradece por posicionarnos en la trama.
La fotografía, en blanco y negro y realizada por el mismo Kubrick, está trabajada en detalles y es idónea a la historia, sacando lo mejor de unos vestuarios sugerentes. Al igual que la música, que intriga al público de forma competente y estimulante, inquietando con sonidos intensos y profundos que se adueñan del film.
Para finalizar, destacar unas actuaciones sobrias y aceptables. Interpretando Frank Silvera con acierto y profundidad psicológica, que además repetirá en la próxima cinta del director. Y unos planos y movimientos de cámara, originales y novedosos para la época, con resultado admirable e inteligente, por usar primeros planos y subjetivos para dramatizar.
En definitiva, lo considero un más que digno comienzo del genio Kubrick, portentoso e incitador, poniendo de manifiesto su preocupación por la naturaleza humana y sus más bajos instintos, y cumplidora de su dramático cometido de calar y penetrar en el espectador, para no dejarlo indiferente.