Ángeles con caras sucias de Michael Curtiz es un thriller de cine negro basado en dos jóvenes delincuentes que con el paso de los años uno se metió en el sacerdocio y el otro se convirtió en un conocido criminal. Dirigida con un ritmo vertiginoso y con un estilo conspirador y particular de cine noir, es una obra portentosa en su historia típica de seguir el camino del bien y del mal de dos jóvenes que empezaron igual pero que al final tomaron caminos muy diferentes, aunque manteniendo sus buenas amistades, cumpliendo con un excepcional trabajo que mantiene al público expectante tanto por su sustanciosa trama como por sus enormes y contundentes interpretaciones.
La fotografía en blanco y negro es oscura y evocadora, típica de cine noir, cumpliendo con un magistral trabajo que está repleto de matices bien cuidados y que desde luego son estéticamente apropiados para la historia. La música es dramática en sus sonidos clásicos y estimulantes gracias a la mano experta de Max Steiner, el cual imprime melodías enardecedoras y en ocasiones bulliciosas que cumplen con un buen acompañamiento de la acción. Los planos y movimientos de cámara consuman un buen trabajo técnico mediante el reconocimiento, grúas, subjetivos, seguimiento, cámara en mano, avanti, retroceso, primeros planos y plano-contraplanos que dan mucho dinamismo al film.
Las actuaciones son remarcables y convincentes. Como protagonistas James Cagney está decisivo en una deslumbrante labor como es normal en él, Humphrey Bogart trabaja con personalidad y oscuridad psicológica y Pat O´Brien está natural y profundo en su tarea, contando también con las aceptables interpretaciones de The Dead End Kids, Ann Sheridan y George Bancroft. Emplea para estos la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones variados según el personaje que pasan de humildes y carentes por un lado a elegantes e impolutos que son característicos de gánster por otro, en una alusiva labor que junto con unos decorados muy trabajados te transportan in situ.
El guion, escrito por John Wexley y Warren Duff, es absorbente y desde luego impetuoso al exponer la historia de unos amigos delincuentes que al crecer toman caminos muy distintos aunque manteniendo su gran amistad, centrándose entonces más bien la trama en el amigo que sigue el camino de la delincuencia, atrapando con ello al cinéfilo clásico que busque dramas soberbios con un desarrollo admirable dentro del género de cine negro. Esto se lleva a cabo con una narrativa expresiva y directa que con tono clásico deja clara la condición y forma de ser de cada uno de los personajes. Cabe destacar también, el montaje lineal y seguido que resume gran parte de la vida de los protagonistas.
Para finalizar, la considero una obra indeleble e indispensable en los films del director y de cine clásico, ya que acapara toda la atención del público y lo atrapa con una historia implacable y arrebatadora que cautivará a todos los amantes del cine clásico. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, planos, movimientos de cámara, vestuarios, caracterizaciones y narrativa que vuelven a Ángeles con caras sucias, un film irresistible de ver y de intachable definición para los amantes y seguidores del genero noir.