Toma el dinero y corre de Woody Allen, es una comedia basada en la vida de un atracador torpe y desafortunado. Dirigida con un ritmo activo y dinámico, y con un humor más básico que el habitual adquirido con los años, está más basado en gags que en diálogos inteligentes, pero desde luego es notable y singular en un ingenio eficiente. Realizada de manera arrolladoramente divertida, tiene un resultado hilarante que deja claro el comienzo prometedor de un director único y diferente.
La fotografía, es humilde y competente, con imágenes luminosas e idóneas para la trama aunque sin destacar. La música, es rápida y ruidosas, fuera del estilo más clásico y exquisito que adoptó posteriormente, y usa más bien sonidos rítmicos que dan dinamismo al film en la acción, ayudando a la trama a ser jocosa. Y los movimientos de cámara y planos, utiliza con acierto la cámara en mano para dar movilidad a la película, con uso también del reconocimiento, avanti, subjetivo, primera persona, circular y detalle en un apropiado trabajo técnico.
Las actuaciones, son simpáticas y carismáticas. Con Woody Allen como principal muy divertido y desternillante en diálogos y gags, y oportunos acompañamientos de Janet Margolin, Marcel Hillaire y Jacqueline Hyde entre otros. Empleando para estos, unos vestuarios naturales e informales, y destacando notablemente, un original montaje representativo de la vida del protagonista, que recurre a las entrevistas para dar sensación de documental.
El guion, escrito por el mismo director junto con Mickey Rose, está repleto de escenas divertidas y simpáticas que consiguen las risas de todos los espectadores, con unos gags inolvidables que son sacados de la mente de un monologuista. Empleando una narrativa con voz en off afable y común que es explicativa, con tono cordial y natural, acompañando el film en todo momento ya que cuenta las peripecias del protagonista. Y con unos diálogos que son más bien escasos, pero espontáneos y cómicos, por usar el tono burlón e ingenioso, e insistir en lo absurdo e incoherente.
Para finalizar, la considero una obra inmortal e indispensable en la comedia de Allen, basada en los gags y en el humor absurdo, con momentos hilarantes y divertidos que entretienen y amenizan su visionado para cualquier buscador de un humor sencillo y sin complicaciones. Recomendable por sus interpretaciones, sonidos, diálogos y gags que hacen de Toma el dinero y corre, una cinta notable y de visión obligada para los seguidores del cineasta neoyorkino, y del humor más incoherente y descabellado.