Los diez mandamientos de Cecil B. DeMille, es una de las mejores superproducciones bíblicas hasta el momento, con una dirección prácticamente impecable. La interpretación de Charlton Heston es admirable y auténtica, en la que, una vez más consigue conectar con el público a su manera. La cinta, contiene en su interior una narrativa perfecta y totalmente evocadora al momento en cuestión, que junto con un guión y argumentos interesantes y bien trabajados, enganchan al espectador de principio a fin, con un ritmo majestuoso, siento lento tan solo en contadas partes de las 4 horas del film. La fotografía es bella, luminosa y rica en matices, al igual que la música que es estimulante en la acción. También los montajes, vestuarios y caracterizaciones están trabajados al detalle, llegando incluso a ser sorprendentes. Pero sin duda, el plato fuerte son los efectos visuales, los cuales son sobrecogedores y clamorosos para una época en la que brillaban por su ausencia, en especial, cuando se abre el mar rojo, quedando plasmado ese momento en la historia del cine. Por lo que, en líneas generales, puede ser valorada perfectamente como inolvidable e imprescindible para todos aquellos que busquen superproducciones bíblicas bien trabajadas y conseguidas, hasta el punto de ser, uno de los referentes del género épico del séptimo arte.