Kagemusha: la sombra del guerrero de Akira Kurosawa, es un drama de cine épico basado en el Japón feudal. Dirigida con un ritmo majestuoso, y con un gran puesta en escena, realiza lo que posteriormente consideró un ensayo general para Ran. Y lo hace, a su modo propio y personal de hacer cine, y define el film de forma extraordinaria y maravillosa, impetuosa y arrolladora.
La fotografía, es magnífica y llamativa, totalmente bella y espectacular por tener muchos matices, y por ser vistosa y colorista, resultando inconmensurable y de gran belleza visual. Tanto por los vestuarios y caracterizaciones estéticamente trabajados al detalle, artísticos, alusivos y fascinantes, con ropas y colores usados, totalmente asombrosos, y que optaron al oscar por la dirección artística. Y por los decorados sugerentes del lugar, y que en ocasiones son impresionantes y espectaculares por el colorido, insinuando y simulando los sueños.
La música, es alentadora, emotiva e inspiradora, empleando en ocasiones sonidos intensos y espectaculares. Los movimientos de cámara y planos, son sobrios y excelentes en su uso, y en especial, cuando usa diversas cámaras en una misma escena para que el espectador pueda ver los distintos puntos de vista. Y resalta también, un soberbio montaje lineal, cronológico y narrativo, que nos sitúa a la perfección en cada momento y lugar.
Las actuaciones, son impecables, magistrales y brillantes. Con Tatsuya Nakadai hilando una gran labor, adecuada y oportuna, y Tsutomu Yamazaki contundente, impasible y remarcable. Siendo también acertadas las interpretaciones de Kenichi Hagiwara, Daisuke Ryu y Masayuki Yui. Usando todos ellos, diálogos comunes en las cintas de Kurosawa, sencillos, afables y característicos de los personajes.
El guion, escrito por el mismo director junto con Masato Ide, es interesante, atractivo y apasionante para el público, por ser belicoso y portentoso, y por estar argumentado de modo excepcional e impetuoso. Y aplica una narrativa explicativa con voz en off al principio, para ponernos en situación, y el resto de su uso, es clásico, sugestivo, intachable y directo, como bien le gusta al director, centrándose en dejar bien claro, lo que quiere transmitirnos.
En consecuencia, la considero una obra esencial e insustituible en la filmografía del genial director. Por ser implacable, impoluta y cautivadora para sus seguidores, y para los amantes del cine épico. Recomendable por su excelente trabajo de dirección, vestuarios, puesta en escena, actuaciones, fotografía y decorados, totalmente geniales y de sobresaliente talla.