La comedia sexual de una noche de verano de Woody Allen, es una comedia romántica basada en 3 parejas que pasan un fin de semana en el campo, donde surgirán varias confusiones pasionales. Dirigida con un ritmo ligero y vital, y con los ingredientes típicos que aporta Allen al género en cuestión, logra captar la total atención del espectador con encanto y humor en un admirable trabajo. Realizada de manera provocadora e impetuosa por sus líos amorosos o más bien sexuales, queda definida de modo fantástico y magistral en un notable trabajo.
La fotografía, es espléndida y naturista, con imágenes hermosas y evocadoras que confortan y maravillan en su visionado, siendo esta resplandeciente y rica en matices. La música, es clásica y rítmica, con sonidos atractivos y alentadores que son sugerentes por sus melodías y deleitosos en un agradable y sutil acompañamiento de la acción. Y los planos y movimientos de cámara, emplea con maestría el detalle, primeros planos, panorámicos, reconocimiento, seguimiento, travellings y subjetivo en un fenomenal trabajo técnico que saca lo mejor de la trama.
Las actuaciones, son impecables y cautivadoras. Con Woody Allen genuino y carismático como es habitual en él, Mia Farrow acertada y competente algo alejada de su papel más mojigato, José Ferrer íntegro y señalado, Julie Hagerty seductora y apropiada, Tony Roberts pertinente y apropiado y Mary Steenburgen ingenua y sensible. Empleando para estos, unos vestuarios y caracterizaciones alusivos a la época que, junto con unos decorados sugestivos te transportan, completando una bien elaborada dirección artística.
El guion, escrito por el mismo director, es divertido y ameno, con los acostumbrados embrollos pasionales que son sustanciosos y jocosos, incitando al público por sus líos sentimentales que logran hacer una cinta excepcional y bien trabajada al detalle. Y lo lleva a cabo con una narrativa sencilla y natural, que es variada según el personaje, cambiando de clásica e intachable a expresiva y afable, con unos diálogos dinámicos y correctamente elaborados.
En conclusión, la considero una obra inmortal e insustituible en las comedias románticas del director, la cual entretiene y cautiva con sus irresistibles historias sexuales de infidelidad de pareja. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, vestuarios, narrativa y diálogos que vuelven a La comedia sexual de una noche de verano, en una cinta imprescindible en la filmografía del director, que gustará no solo a sus seguidores sino al público en general.