Cautivos del mal de Vincente Minnelli es un drama de cine dentro del cine basado en las historias de una actriz, un director y un guionista que explican porque no quieren trabajar con el hombre que los lanzó a la fama. Dirigida con un ritmo activo y con un estilo original en el montaje y el argumento que atrapa notablemente al espectador intrigándolo, es una obra brillante en todo lo que se propone hacer bien, cautivando a los cinéfilos clásicos más exigentes al ser una de las obras más remarcables del director, concluyendo una historia notable que mantiene expectante todo el rato al espectador hasta el final.
La fotografía en blanco y negro hace gran uso de los claroscuros en un evocador trabajo que cumple de modo excelente al tener bien cuidados los detalles, logrando un soberbio resultado. La música es melódica y bella en sus sonidos rítmicos que estimulan y agradan al público en casi todo el film y otros turbadores en un buen acompañamiento de la acción. Los planos y movimientos de cámara consuman un buen trabajo técnico a través del uso de los detalles, avanti, retroceso, grúas, seguimiento, reconocimiento, generales y cámara en mano que están en continuo movimiento y sacan lo mejor de las interpretaciones y la acción.
Las actuaciones son deslumbrantes y muy profesionales. Como protagonistas Lana Turner está admirable en un papel con hundimiento psicológico, Kirk Douglas está persuasivo y convincente y Walter Pidgeon señalado en su tarea, siendo notables los acompañamientos de Dick Powell, Barry Sullivan y Gloria Grahame entre otros. Emplea para estos la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones variados y sugestivos a las películas rodadas dentro del film y otras elegantes e impolutas típicas del cine clásico en el resto, con unos decorados sensacionales que evocan a cada lugar.
El guion, escrito por Charles Schnee y basado en la historia de George Bradshaw, es atractivo y desde luego curioso por estar dividido en varias historias que se centran en mostrar al mismo hombre y las razones por las que no es apreciado, atrapando con esa idea al público amante de los clásicos elegantes y bien llevados a cabo con un enorme trabajo técnico que usa mucho los movimientos de cámara avanti y retroceso para incrementar o rebajar la atención del espectador. Esto se lleva a cabo con una narrativa con voz en off explicativa que es intrigante y a ratos insidiosa de cada uno de los protagonista, contando sus vivencias con el protagonista principal. Cabe destacar también, el montaje con flash-back recordatorio para poner al público en situación en las diversas historias.
En definitiva, la considero una obra inmortal e insustituible en la filmografía del director que acapara toda la atención del espectador con sus múltiples historias que muestran los fallos del protagonista desde distintos puntos de vista. Algo innovador y digno de elogio para un film de la época y un auténtico ejemplo a seguir por su original y trabajado montaje. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, planos, movimientos de cámara, vestuarios, decorados y narrativa que convierten a Cautivos del mal, en un film brillante que encantará a los cinéfilos más exigentes.