El viaje a ninguna parte de Fernando Fernán Gómez, es una comedia más bien dramática, basada en las vivencias de un grupo de cómicos que actúan en los bares de los pueblos. Dirigida con un ritmo tranquilo y majestuoso, es íntima y subjetiva, además de admirable extraordinaria, por estar llevada a cabo con personalidad y sentimiento. Realizada de manera impecable y sincera, tiene un resultado excelente y soberbio que gusta ver por provocar emotividad y tristeza.
La fotografía, es alusiva a la época en cuestión, con luz tenue y buen uso de las luces, siendo hermosa y confortante por tener imágenes maravillosas e idóneas, que te transportan al lugar al estar repleta de detalles. La música, es clásica y triste, con sonidos bellos y melódicos que acompañan el film de modo sugerente y encantador, dando nostalgia y pena con unas armonías tranquilizadoras. Y los planos y movimientos de cámara, hacen una gran labor de avanti y retroceso, con algunas partes cámara en mano, primeros planos, planos detalle, reconocimiento y generales en una notable tarea que destaca el trabajo técnico.
Las actuaciones, son brillantes y auténticas. Con Fernando Fernán-Gómez con carácter y firmeza, José Sacristán sensible y sincero, Juan Diego admirable y creíble, y oportunas interpretaciones de María Luisa Ponte, Nuria Gallardo, Gabino Diego, Laura del Sol y Agustín González entre muchos otros. Empleando para ellos, unos vestuarios distinguidos y elegantes, que son evocadores a los años de la posguerra, y que están estéticamente bien elaborados en una espléndida dirección artística, que junto con unos decorados sensacionales, colocan al espectador in situ con gran estilo y acierto.
El guion, escrito por el mismo director es profundo e inspirador, trabajado de modo irresistible y excepcional por su naturalidad, y con un argumento entrañable y desesperanzado que llega al espectador con melancolía y verosimilitud. Llevándolo a cabo con una narrativa con voz en off del protagonista que es afable y explicativa, y el resto del film con tono sugerente y directo. Resaltando además, un magnífico y original montaje que es creativo y abstracto, al estar desarrollado por la mente del protagonista en una sesión de psicólogo.
Concluyendo, la considero una obra indeleble e indispensable en la filmografía española y del director, por ser emotiva y conmovedora, además de profunda y cautivadora en su forma de dejar huella en el espectador. Recomendable por su dirección, guion, interpretaciones, fotografía, música, montaje, planos, movimientos de cámara, vestuarios, decorados y narrativa que convierten a El viaje a ninguna parte, en un film sobresaliente y de visión obligada, para los amantes de los dramas construidos con naturalidad, sinceridad y sentimiento.