Días sin huella de Billy Wilder, es un drama de cine negro basado en el alcoholismo. Dirigida con un ritmo majestuoso y particular, asombra la perfección de su resultado gracias a una trama inteligente y arrolladora, que engancha al público desde el primer minuto.
Las actuaciones son soberbias, y con gran oscuridad psicológica de Ray Milland que ganó el oscar por este trabajo tan sobresaliente, siendo competentes y acertadas las interpretaciones de Jane Wyman y de Philip terry en su acompañamiento al papel principal. Usando una narrativa clásica y sugestiva a la trama, dejando destellos efectivos de desesperanza a base de unos diálogos llenos de un pesimismo desmoralizador.
El guión, adaptado por el propio Wilder de la novela de Charles R. Jackson, usa flash-back para explicar el problema desde su raíz, y absorbe y penetra en el espectador gracias a un argumento estremecedor, y lleno de realismo y tristeza. Acompañado en todo momento, por una música desesperante e inquietante, que cala en el público por representar a la perfección el problema en cuestión.
Para finalizar, cabe destacar la fotografía en blanco y negro, eficiente, oscura y trabajada en detalles, los vestuarios elegantes, distinguidos y detallados y algunos planos de cámara admirables e inteligentes por aumentar en el espectador el dramatismo de la historia.
Por lo que, en conclusión, la considero una obra imprescindible e indeleble, no solo dentro de la filmografía del director, sino en el séptimo arte en general, por mostrar con efectividad, tristeza y desolación, un problema tan grave y común, como es el alcoholismo.