La vida de Émile Zola de William Dieterle, es un drama judicial histórico y biográfico basado en hechos reales. Dirigida con un ritmo tranquilo y moderado y con un estilo personal y propio, es una obra completa y de gran talla, que absorbe al público con gran talento cinematográfico y que no pasa de moda ni pierde fuerza con el tiempo. Realizada de manera inteligente y provocadora, tiene un resultado soberbio e irresistible que gusta a todos los cinéfilos clásicos.
La fotografía en blanco y negro, es competente y evocadora, con imágenes apropiadas e idóneas por ser estéticamente adecuada. La música, es bella y emocional, gracias a unos sonidos estimulantes y espléndidos que alentan e inquietan por un lado y tranquilizan por otro, gracias a unas melodías sentimentales, en un sutil y notable acompañamiento musical. Y los planos y movimientos de cámara, emplea con maestría el retroceso, generales, primeros planos, seguimiento, detalles y avanti en un sobrio y excelente trabajo técnico.
Las actuaciones, son genuinas y convincentes. Con Paul Muni con personalidad carismática y brillo, y contundentes acompañamientos de Henri O´Neill, Joseph Schildkraut, Gale Sondergaard, Gloria Holden y Donald Crisp entre otros. Empleando para estos, unos vestuarios elegantes y distinguidos por un lado y humildes y más carentes por otro, según el momento de la vida del escritor, que junto con unos decorados bien trabajados completan una buena dirección artística.
El guion, basado en hechos reales, es interesante y absorbente para el público, por tener una trama apasionante y atractiva que tiene por bandera la verdad, y que está argumentado de manera incitadora y penetrante, en una admirable labor excepcional al ser inspiradora y por estar bien trabajada y escogida. Y llevada a cabo con una narrativa clásica y académica, que es impoluta y equilibrada además de alusiva a la época en cuestión.
Concluyendo, la considero una obra necesaria y luchadora, que tiene el objeto de mostrarnos a todos que quien tenga en su poder la herramienta necesaria, está obligado moralmente a conducirnos a la verdad, y esta obra lo demuestra de forma inspiradora y profunda. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, música, montaje, planos, movimientos de cámara, vestuarios, caracterizaciones y narrativa que hacen de La vida de Émile Zola, un film indispensable e imperecedero dentro de los mejores dramas judiciales del séptimo arte.