El paciente inglés de Anthony Minghella, es un drama romántico de aventuras basado en historias personales de la II Guerra Mundial. Dirigida con un ritmo lento pero majestuoso y apropiado para la trama, es misteriosa y enigmática al principio, pero sublime al final, por ser íntima y personal, realizada de modo increíble y maravilloso, y con un resultado inolvidable por ser apasionante, provocador y profundo.
La fotografía, es espectacular y sugerente del lugar, mostrando la hermosura de los desiertos con imágenes espectaculares y magníficas, además de llamativas y vistosas con toques grandiosos. Y la música, es bella y emotiva, alusiva e intensa, con sonidos nostálgicos y románticos, en un derroche de canciones encantadoras que acompañan el film de modo magistral, según el momento o la acción.
Las actuaciones, son soberbias y deslumbrantes con un gran elenco de caras conocidas. Con Ralph Fiennes con personalidad propia en un sobrio papel impecable, Kristin Scott Thomas sensual y remarcable, Juliette Binoche con profundidad psicológica y acierto en un oscarizado papel, y Colin Firth y Willem Dafoe convincentes y notables en sus interpretaciones. Todos con vestuarios y caracterizaciones estéticamente bellos y trabajados, evocadores a la época en cuestión, en una magnífica dirección artística, sobresaliendo la asombrosa y sorprendente caracterización del protagonista, que está prácticamente irreconocible.
El guion, del mismo director y basado en la novela de Michael Ondaatje, tiene historias entrelazadas que se van descubriendo poco a poco, y para ello se toma su tiempo en casi 3 horas de cinta. Argumentado de modo algo enrevesado y desde luego apasionante, es incitador, intrigante y recóndito. Empleando para ello, una narrativa clásica y misteriosa, con toques líricos que son impecables y perfectos, marcando la desesperanza.
Para concluir, cabe resaltar de esta impoluta cinta, el montaje con flash-back explicativo mediante la historia contada y recordada poco a poco por el protagonista. Los efectos competentes y admirables, usados en determinados momentos sorprendiendo y sobrecogiendo al público, por ser de cierta crudeza. Y los planos y movimientos de cámara panorámicos y de reconocimiento, exaltando la belleza y grandeza del desierto.
Por lo que, en definitiva, la considero una cinta imperecedera e indispensable en la filmografía más selecta del séptimo arte. Por ser excelente y emotiva, apasionante y magistral, totalmente recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, vestuarios, caracterizaciones y narrativa que forman y completan un film espléndido a la hora de calar sinceramente en el público, y de volverlo inolvidable en muchos aspectos.