Una noche más, Lalachan se acomoda en su camita y empieza a pasar revista a los canales de televisión para ver qué nuevas maravillas están esperando para deleitar sus ojos. Lamentablemente, al ser domingo, la oferta peliculera se reduce bastante.

-A ver... Esta ya la he visto... ¿Otra vez Aquí no hay quien viva? Paso... ¿Y esto? ¿El Pacto? Va de siete tías que se quedan preñadas a la vez. Bueno, venga, a ver cómo va la cosa.

Lalachan sabía que no debería haber puesto esa película, porque la Profecía decía claramente que el número del Anticristo es el 5, y la película es de la factoría Telecinco. Pero no se arrepintió de sus pecados, y enseguida empezó su castigo.

-¿Pero qué mierda es esta? Estas tías son subnormales, todas. ¿Por qué quieren quedarse preñadas todas al mismo tiempo? No lo entiendo... Sigo sin entenderlo.

La película transcurre como si nada. Con la boca abierta de puro asombro, Lalachan es testigo de un sinfín de escenas mal encadenadas que muestran los "dramas" internos de estas chicas inocentes.

-¿¡Pero estas tías de qué van!? ¿Tienes novio y te quedas preñada de otro tío, y el novio ni se inmuta? Joder, menudo pagafantas. Y las demás también son para mear y no echar gota. ¿Y por qué sale un profesor buenorro que no aporta nada a la trama? ¡Que alguien me lo explique, que no puedo máaaas!

Vienen más escenas perturbadoras: Chicas que no saben lo que es un condón, chicas que no se paran a pensar en la manutención de sus futuros churumbeles, padres anormales que balbucean como idiotas cuando sus hijas les dicen que están embarazadas. Evidentemente, Lalachan no es de piedra y empieza a sentir cómo se le reblandece el cerebro.

-Esto es un mojón como la copa de un pino. ¿Y los padres qué hacen? Si están de adorno. ¿Y las chicas no tienen más ropa que el uniforme del colegio? Yo no aguanto más esta basura. ¡Quiero quitarla y no puedo!

Finalmente, como ya una vez le había pasado con Mentiras y Gordas, Lalachan empieza a sufrir convulsiones que anulan todo su autocontrol. Está destrozada psicológicamente y lo sabe, y también sabe que no podrá escapar de su funesto destino. Quien reincide en el pecado de ver una película o miniserie echa de pura bazofia, acabará pagando sus crímenes hasta la séptima generación.

-¡¡Dioooooxxx!! ¡Pero de qué van todos estos idiotas! ¿¡Es que soy la única que cree que estas petardas son gilipollas!? ¡Qué ganas de matar! ¡Tengo que salir a mataaaaaar!

Lalachan se queda quieta un instante, reflexionando.

-Bueno, también me puedo quedar preñada.

Lalachan da a luz sin venir a cuento.