Haz click aquí para copiar la URL
México México · Xalapa
Voto de Brianda:
9
Terror Sentado en un banco de un parque, Francis anima a su compañero Alan para que vayan a Holstenwall, una ciudad del norte de Alemania, a ver el espectáculo ambulante del doctor Caligari. Un empleado municipal que le niega al doctor el permiso para actuar, aparece asesinado al día siguiente. Francis y Alan acuden a ver al doctor Caligari y a Cesare, su ayudante sonámbulo, que le anuncia a Alan su porvenir: vivirá hasta el amanecer. (FILMAFFINITY) [+]
22 de octubre de 2020
Sé el primero en valorar esta crítica
26 de febrero de 1920, Berlín presencia el estreno de un film que aún sin saberlo se convertiría en un ruido oscuro cuyo eco aún perdura míticamente en la historia del cinematógrafo: El gabinete del doctor Caligari. Escrita por Carl Mayer y Hans Janowitz a raíz del contacto de Mayer con la guerra y la tortura psiquiátrica puesta en manos de verdugos condecorados así como el desconcierto que el segundo sufriera al salir de una feria y ver entre las ramas a un misterioso desconocido cuyo rostro anunciaría al día siguiente la muerte violenta de una joven.

La guerra es una herida abierta para Alemania y la necesidad estética de hacerle frente es el espíritu de la película dirigida por Robert Wiene: el expresionismo. La retorcida historia cuenta que Caligari recorre las ferias de Alemania con Cesare, el sonámbulo que presagia el futuro. Desde su llegada han ocurrido misteriosos crímenes pero la sospecha comienza cuando Francis y Alan acuden al gabinete y el segundo, animado por una especie de ansiedad, pregunta: “’¿cuánto viviré?” a lo que Cesare responde: “Hasta mañana al amanecer”. De la muerte apenas vemos sombras, la película es el caos de la luz y las formas, el escenario dispuesto para la angustia, el temor y la desolación. Los ángulos torcidos, las ventanas y las puertas deformadas por el peso del espacio, el espacio como páramo donde mediante la escenografía sólo tiene lugar la representación. La libertad creadora asoma inquietante en los personajes: rostros que el maquillaje convierte en máscaras, movimientos y gestos que ‘dicen más que mil palabras’, vestuario sobrio que deja escapar algún secreto del que lo porta.

El cine nos deja mudos, pero algo dentro advierte su temblor musical, un destello punzante como el arma de Cesare y el último grito de todas las víctimas: la gloriosa música compuesta por Giuseppe Becce, uno de los mejores aciertos del film. Cerrados ojos hallarían conmoción entre sus notas pero al abrirlos y descubrir la unión de la trama y la composición todo ha quedado en su sitio.

La historia, se dice, pretendía contar los crímenes atroces de un asesino, pero el impacto que esto causaría en una época inestable fue manipulado por el productor y el que se esperaba fuera en un inicio el director del film: Fritz Lang, al añadir un prólogo y un epílogo que convertían en un desvarío onírico los sucesos aportando de este modo al film el tema de la locura y dejando entre tanta confusión la llave del entendimiento en las manos del espectador. El gabinete del doctor Caligari es un fósforo encendido cuya sombra proyectada en los muros del tiempo esconde como abismo esos intentos superficiales ya comunes de hacer buen cine.
Brianda
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow