Una buena película no tiene por qué ser realista. Hay buenos ejemplos que subrayan lo que digo, grandes películas de ficción o no que narran hechos que no resultan de todo creíbles. El problema aparece cuando el realismo como concepto, es usado, implícita o explícitamente, como herramienta en pro del adecuado desarrollo del film. Aquí muchos de los que se vanaglorian de serlo (o no pero usan en sus estructuras y líneas argumentales elementos difícilmente entendibles fuera de un contexto realista) fallan estrepitosamente, dando como resultado un producto confuso. Valga el ejemplo de la tan aclamada "Celda 211"; más alejada de la realidad de lo que vende, con pasajes ciertamente irritantes cuando no ridículos. Leonera es el caso opuesto. Una película que se sostiene por dos elementos fundamentales: la magnífica interpretación de sus protagonista y lo veraces que resultan los hechos que en ella se narran, llegando a rozar el docudrama en algunos momentos. Sólo enturbiada por la escasa formación de algunos de sus actores, que parecen sacados directamente del medio que representan.