Homenaje más que remake. Cine libre y abierto lleno de posibilidades y de elegancia veterana. Puede que esté guionizado o no, nos dejará en una eterna y ascendente duda. El hecho que aparezca en un autobús el anuncio de la película “Hijos de los hombres” puede dar pistas o ser fruto de la casualidad. Comparte con dicha película los planos secuencia largos y elaborados.
En la película de Cuarón buscaban la infancia perdida, el niño que les devolviese la esperanza. Aquí, la esperanza es volver a ser niño. A devolver la infancia primigenia al espectador.
En una secuencia Song graba a Simon y sube su objetivo al cielo mientas que el director de “Mileniun Mambo” lo deja fijo. Todos pensamos que allí estaría el globo y está pero en un mero dibujo en la pared, en la parte superior del edificio… Esa inocencia perdida, esa esperanza… la refleja perfectamente como “En la ciudad de Sylvia” de Guerín.

Por otro lado la misma secuencia sirve para el encuentro entre la pintura y el globo real: la representación y lo original, el pasado y presente unidos, como en un video del ordenador al homenajear a la representación del momento. El globo aparece pero no lo ven como esa gran metáfora de registrar ese instante perdido.
Paralelismo: Song, la directora de cine, quiere homenajear al cortometraje de Lamorisse en forma de corto. Un homenaje a todos los globos rojos…

Destacan esos flashbacks (o flashforwards) de Simon y su hermanastra juntos en una casa totalmente diferente y reformada. Tal vez ese suspense quede tensado por el maestro de marionetas, que maneja los hilos (de los globos) o da expresión a los que no la tienen.