A Paul Verhoeven también le mató Hollywood con clamorosas pifias de la talla de “Showgirls” (en el 2085 será un filme de culto), “El hombre sin sombra” (en el 2096 se pasará por las filmotecas) y “Starship Troopers” (esta ya es carne de culto aunque me pareciese tan lamentable como ácida y divertida), pero en esta pausa de seis años con regreso a Holanda incluido ha vuelto a captar tanto la atención internacional como la de un servidor.

“El libro negro” se inspira en hechos reales para realizar una inmersión en la situación que se encontraba su país natal durante la ocupación nazi. Verhoeven se empapa del aroma de cine clásico y no de los manidos artificios circenses del cine actual para realizar una película de intrigas y espías que también hereda la concepción del cine que se realiza en Hollywood: entretenimiento mediante tiroteos espectaculares, tensión a base de escaramuzas y giros de guión para llevar la incertidumbre al espectador.

El director de “Insitinto básico” y “Robocop” también transforma a su heroína (Carice van Houten) en todo un torrente erótico, con tinte de ‘hairy pussy’ incluido y un par de razones (muy bien puestas por cierto), para que los más escépticos se crean como una colaboradora de la resistencia pueda convertirse en secretaria y amante del capitán alemán al cargo gracias a una colección de sellos (¡¿?!).

Se agrade que se intente evitar el maniqueísmo, que la recreación histórica sea fidedigna mediante una cuidadísima ambientación y sobre todo que “El libro negro” se convierta en una entretenidísima película haciendo que sus dos horas pasen volando o como un pincel por un moreno y ‘hairy pussy’.

Las filmotecas en el 2058 dictaminarán si realmente ha dejado huella aparte de su funcional esencia del entretenimiento construido sobre el espectáculo.