Earl Brooks nos engaña vilmente como Bruce A. Evans. Las primeras secuencias de “Mr. Brooks” muestran el modus operandi de un asesino en serie con sus lemas y torturas interiores (visualizadas en un alter ego llamado Marshall). Todo parece encajar en el género al mostrar sus señas de manera realista. Pero Earl Brooks no es el Henry Lee Lucas de “Henry: retrato de un asesino” de John McNaughton.

El formato aquí es una comedia negra hilvanada como si fuese una versión paralela y sofisticada de “Los asesinatos de mamá” que funciona perfectamente pese a un accidentado casting que deja bastante que desear (Demi Moore no parece una dura detective). El resultado es el de una película muy artificiosa, poco auténtica, aunque eso es lo de menos teniendo en cuenta el tema y cómo pretende abordarlo. “Mr. Brooks”, al menos, entretiene. Aunque nos quedamos con Dexter Morgan. ¿Verdad?