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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
7
Fantástico. Aventuras. Acción "El Hobbit: La Desolación de Smaug" continua la aventura de Bilbo Bolsón en su viaje con el mago Gandalf y trece enanos liderados por Thorin Escudo de Roble en una búsqueda épica para reclamar el reino enano de Erebor. En su camino toparán con multitud de peligros y harán frente al temible dragón Smaug. (FILMAFFINITY)
14 de diciembre de 2013
44 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
NOTA: Antes de soltar una sola palabra sobre la película considero imprescindible y honesto de cara al lector que se incluya el formato en el que se ha visto y si al autor le gustó o no la trilogía de LOTR y “El Hobbit: un viaje inesperado”.

-> En mi caso: [3D HFR 48fps / SÍ / SÍ… OH SÍIIIIIIIIIIIIIIIIII]

Superados el drama de los 48 fotogramas y los palos que recibió la primera parte de la adaptación perpetrada por Peter Jackson del cuento de J.R.R. Tolkien, con “El Hobbit: La desolación de Smaug” llega otro terrible drama… para los haters tanto del director, como de las películas que consiguieron 17 Oscars, como de esa primera parte tan criticada que recaudó más que “El caballero oscuro”. Una terrible enfermedad conocida como hobbitfobia que provoca que frikis, cinéfilos y gafapastas se conviertan en criaturas de Mordor y hablen peor que un Orco poseído en “Evil Dead”. El director de “Tu madre se ha comido a mi perro” muestra su cameo masticando una zanahoria como apertura a su declaración alegórica de intenciones a sus haters en plan John Cobra: podéis comerme a lo ‘glande’ todo el ‘glande’. Aclarado el asunto, llegan las mismas quejas e incoherencias de ojos sauronianos y espadazos de trolls y criticones resabiados y mari-sabidillos. Se reprocha que la megalómana adaptación estire más la trama que los brazos del Inspector Gadget, que tendrá mucho mo-co y 48 fotogramas pero parece una tv-movie, que saque personajes de la nada sin ton ni son, que recurra a la épica de el “El señor de los anillos” y a calcos de personajes de la misma junto a la incursión de una historia de amor y triángulo romántico para rellenar su aburridísimo metraje. ¡MENTIRA! “El Hobbit: La desolación de Smaug” es una película MARAVILLOSA y sigue el lema de que «Las grandes historias merecen estar adornadas». ¿No hemos quedado que el adorno es para la Navidad? ¿¡Y en qué fechas estamos listillos del tres al cuarto!?

Los mismos que escriben ensayos con más páginas que una enciclopedia sobre Tarkovski, el escultor del tiempo, y se masturban compulsivamente con un plano secuencia de 20 minutos de una película húngara en blanco y negro de ocho horas que encuadra únicamente a vacas mugiendo y a señoras que miran las pelusillas de la pared de su casa, dicen que el ‘argumento’ de la película de Peter Jackson está estirado. ¡Tócate las dos torres! O esos frikis que se quejan siempre que las adaptaciones siempre se quedan cortas y, sobre todo, de personas que dicen marearse con el 3D a 48 fotogramas. ¡Es vuestro odio y envida aquello que os hace perder el conocimiento! Es cierto que aunque aparentemente es más sólida y supuestamente más entretenida que su antecesora, personalmente he mojado menos mis bragas de pelo de pony firmadas por Sean Astin y no he llorado tanto de la emoción. Aún así, es todo un carrusel y parque de atracciones de emoción y divertimento con sobredosis de acción… y mucho drama, oigan. Y no digan la palabra videojuego porque en Tierra Media se inventaron las aventuras gráficas, los RPG y los parques temáticos.

Como comentaba anteriormente, estamos ante una gran cinta de dramas:

El drama de ser un orco entrenado por Chuck Norris y las Tortugas Ninjas y acabar como un masilla de los Power Rangers en versión digital.

El drama de ser un cuello de orco. ¿Tienen un interruptor oculto que al pulsarlo salta la cabeza y cuya ubicación sólo conocen los elfos, no?

El drama de que te llamen El gobernador y no tener ni parche ni tanque y ser una folclórica borracha con un esbirro cejijunto como único fanboy.

El drama de ser un beórnida y acabar haciendo de perro-oso segurata y sirviendo el desayuno a un grupo de enanos okupas. ¡Qué bien tira la leche este cambia-pieles! ¡Qué abra un bar ya!

El drama de ser una hambrienta araña gigante esperando tener mucho protagonismo y chupar muchos planos y acabar saliendo en la película menos que un barril élfilco no reciclable.

El drama de ser Benedict Cumberbatch y que no te dejen salir disfrazado de dragón en plan Espinete y con los efectos especiales de las películas japonesas de Godzilla. ¡Con lo bien que lo hizo y achantaba en las grabaciones! ¿Es que iban a confundirle con la dragona de Shrek o qué?

El drama de ser una reinona déspota y folclórica élfica de los bosques y estar abocada a mágica cirugía estética y Botox para ser la más bella del lugar.

El drama de ser Evangeline Lilly y que únicamente te llame Peter Jackson para ponerte unas orejas picudas, hablar de Raticulín, mantener un romance interracial y poner cachondos a una legión de frikis. Y encima dicen que no pinta nada los mismos que se llevan la mano a la bragueta...

El drama de ser un mago y que te trollee hasta un hobbit.

El drama de ser enano y no oler pese a tener todavía un pescado congelado incrustado en el recto.

El drama de ser Orlando Bloom y tener la regla.


Lo dicho, “El Hobbit: La desolación de Smaug” es todo un drama… Toda una desolación cinematográfica, sobre todo para sus haters. Aunque yo pensaba que lo de la ‘desolación’ de Smaug era porque Bilbo en plan Jorge Javier Vázquez en ‘Hay una cosa que te quiero decir’ hacía llorar al dragón y éste quedaba desolado… y no sobre sus estropicios en plan “Cloverfield”. Y, de acuerdo, la película tiene sus fallos pero entiendo que en la versión extendida de 9 horas (espero que venga de regalo la corona de la reinona folclórica élfica cual Roscón de Reyes) tendrán tiempo para explicarse, ¿no?

P.D.: ¡Y el final no es un cliffhanger, es un friki-interrumptus!
Maldito Bastardo
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